En 2011 la crisis produjo en mi vida dos quebrantos importantes. Uno económico y otro físico. Es probable que el primero tuviera influencia en el segundo, y una hernia de disco latente se manifestó y me tuvo casi un año inactivo.
En ese periodo, en horas de preocupación e insomnio descubrí una serie de televisión tan absurda y ridícula como curiosa. Se llamaba “Mil millones de maneras de morir“. El espacio se emitió en lo que los aficionados rayistas podríamos denominar QRF, o como diría nuestro historiador de cabecera, Juan Jimenez Mancha, Quinquenio del Renacimiento Franjirrojo. Entre 2008 y 2012 pasamos de Pachón a Tamudo, de Mel a Sandoval y Jémez, de la B a Primera, de la amenaza de quiebra, desaparición y los impagos a la salvac, …, perdón, ya me entienden.
De vuelta a la caja tonta, me parecían increíbles las maneras tan tontas por las que el ser humano puede fenecer. Desgracias, accidentes, torpezas, sorpresas, negligencias, descuidos, infortunios, violencias, vanidades, …, mil millones de casos y cosas que acaban en panteones, valles, nichos, vasijas, ceniceros ,montañas o playas al gusto del consumidor.
Tras apuntar todo lo contado en la lista de cosas que a usted, querido lector, le importan una mier, …, coles hablaremos del empate postrero del Rayo ante el Alcorcón en Vallecas.
Los de Paco te pueden matar de un millón de modos, véase el zambombazo de Bebé, uno por campaña, que adelantó a los nuestros y que hace que este chico pueda ganarse la vida sin mayores dificultades (1-0).
También puede morir de mil maneras. Un día tu portero muta en Julio Iglesias. Otro tus defensas chocan y regalan el balón al rival para que empate. Otro hacen un penalti en el descuento visitando a un vecino y al siguiente recibimos a otro amigo de la región y le regalamos una pena de las que alegran al rival y nos llenan de melancolía.
En el capítulo de hoy del melodrama “Martín Pascual” me cuidaría mucho de llamarle villano. El zaguero rayista, que hoy provocó la ira de algunos por su reincidencia, bisoñez y esa falta dentro del área fue víctima de fuego amigo. Su compañero Piovaccari, veteranísimo y curtido jugador no tuvo mejor idea que darle un empujón al chaval que no pudo frenar y atropelló al rival.
Para más inri la muerte de ayer fue digna de otro programa de los míos, “Humor Amarillo”. El máximo castigo lo lanzó Stoichkov con una inconsciencia digna del chino Cudeiro y una sangre fría indigna de Hhristo, a lo Panenka, para mayor chanza visitante y vergüenza local,anotando el empate manso por el centro de la meta.
La muerte en Vallecas se sigue vistiendo de mil maneras, aunque con tanto empate por suerte la tapa del cajón de pino no termina de sellarse y podemos escapar (por el momento).
Esperemos que la penitencia acabe el fin de semana.