En días como hoy solo puedes aceptar tus contradicciones. Sales a la calle con tu camiseta negra con franja arco iris. Llevas el luto muy dentro pero intentas cargarte de esperanza en el futuro cruzando el pecho de colores.
No queda otra.
Han sido poco más de dos años desde que el Rayo hizo algo muy de moda actualmente en la política y muy habitual en el fútbol . Cuando no sabes gestionar tus recursos o no quieres gastarlos , no tienes ni idea de qué hacer pero necesitas votos o evitar abucheos lo mejor es provocar emociones, buenas o malas . Si aún así no llegas al “corazón del pueblo” o puedes perder tu gallina de los huevos de oro, envuélvete en una bandera.
Así llegó Michel.
Porque Michel, es nuestra bandera, nuestro escudo, nuestra alma y nuestro corazón. Pero no sabíamos como sería como entrenador. La papeleta era importante. Un técnico sin experiencia ante un cúmulo de jugadores conocidos para él, algunos hasta imagino amigos suyos sobre los que imponerse, a los que hacer trabajar y poner en su sitio. Un grupo deprimido y acomodado y un club cuesta abajo y sin frenos hacia el precipicio .
Más de 90 años de historia en sus manos. Un guante en su pie izquierdo y una mochila de piedras en su espalda era el panorama.
Con todo en contra Michel hizo magia. Se sacó el guante del pie, inmaculado como su toque y se lo puso en la mano.Dejo las cosas claras, eliminó parásitos y soltó lastres para frenar la caída en su primera campaña. Con esa mano izquierda, cariñosa y firme decidió que para terminar de quebrar las piedras lo mejor era apoyarse en la energía contagiosa de la fresca y osada juventud de Fran Beltrán , rodearla de buenos peloteros como Unai, Santi o Trejo y poner la guinda con un delantero hambriento de éxito como Raúl de Tomás. Toda una orgía de carreras, de goles, de sangre, sudor y lágrimas de alegría que nos llevó al primer campeonato de nuestra historia.
Volvimos a primera y el trabajo de Michel fue premiado con exactamente con eso, más trabajo y menos mimbres. Los pulmones del equipo salieron y la franja comenzó la temporada sin oxígeno hasta que pareció ahogarse.
Tal fue su empeño que hasta sacrificó sus principios futbolísticos para salvar al equipo. Pareció lograrlo hasta que una noche de lunes de euforia desmedida y caras nuevas el equipo cayó con todo a favor. La derrota ante el Leganés, dolorosa y que por inesperada provocó un mar de dudas, algún inesperado absentismo en el campo y otros muchos esperados, ha terminando plagando el casillero de derrotas , la pizarra de Michel de tachones y el rotulador permanente de confianza sin tinta.
El Rayo desecha su bandera, su escudo, su alma y corazón no con un cambio de timón para cambiar el rumbo que hace tiempo podría haber sido razonable, sino con lo que parece un volantazo a última hora y a la desesperada .
Tenemos dos semanas de luto por delante y diez días de arco iris en los que toca trabajar a unos y a otros recuperar la ilusión.
Sé que es complicado, pero toca confiar en un técnico que nos hizo disfrutar y nos hizo sufrir,que nos llevó a cielo e infierno y al que quisimos cuando sabiendo que era malo para él decidió seguir un año más y odiamos al irse cuando más lo necesitábamos para recalar en un club al que, por sus “valores” y los que asumió y nos recordó Paco, habíamos declarado odio eterno.
Toca sumar de tres y tres, y el carácter ofensivo y algo kamikaze que intenta plasmar en sus equipos podría ser una solución, aunque confieso que es una debilidad personal y no soy demasiado objetivo al respecto .
Es un órdago, un plomo o plata o como diría uno de los rayistas a los que más admiro , Quique Peinado, “Jemecismo o Muerte”.
A las armas.