EL TERCER TIEMPO
Así, sin darnos cuenta, llevamos dos jornadas sin perder. Dos empates a dos consecutivos, que me hacen pensar en el último año en Primera División. Aquel 2016 el Rayo Vallecano bajó a Segunda, pero mostraba buenas sensaciones. ¿Recordáis la cantidad de partidos que nos fuimos a casa diciendo eso de “buenas sensaciones“?
Ganar, ganar y ganar
En el fútbol hay que ser práctico. Está muy bien eso de tocar la pelota, hacer un juego bonito y vistoso, pero hay que ganar. Me resisto a pensar que no se puede vencer mimando el esférico, pero al fin y al cabo, lo que cuenta es ganar.
Después de los dos puntos conseguidos ante Real Sociedad y Espanyol, no puedo dejar de mirar atrás y retrotraerme a ese 2016. Hubo un momento del campeonato donde parecía claro que el Rayo Vallecano iba a salir de los puestos de abajo. Jugaba bien al fútbol, convencía pero no ganaba. De hecho, se llegaron a empatar a dos bastantes partidos, en concreto, seis encuentros en nueve jornadas acabaron 2-2. Como ahora. Y el equipo, finalmente, se quedó con la miel en los labios tras el desastre de Anoeta.
No quiero decir que vayamos a tener el mismo final, ni mucho menos. Veo cosas muy positivas en este Rayo de Míchel, y confío mucho en el trabajo que está haciendo el entrenador vallecano. Creo que con él en el banquillo todo es más sencillo, y va a conseguir armar un bloque para competir en la máxima categoría.
Pero evidentemente, es complicado. Se nota la diferencia de intensidad entre Segunda y Primera, se palpa en cada balón disputado, en la velocidad del juego, en todo. Y en el saber competir. Las sensaciones son maravillosas, cierto, pero no podemos únicamente aferrarnos a ellas. Dos puntos en dos partidos está muy bien, pero hay que seguir creciendo para plasmar en resultados lo que se siente.