DE OTRO PARTIDO
Del descontrol al control.
En un partido que el Rayo Vallecano empezó como lo empezaban casi siempre sus rivales, los de Iraola supieron manejar tiempos y nervios. El gol temprano de Suárez planteó otro escenario: un comienzo sin sobresaltos como hacía mucho tiempo que el Rayo no tenía. Después, vinieron esos idas y vueltas clásicos, de los que el equipo es víctima y verdugo: ser dominado, dominar, regalar balones, perder ocasiones. Un gol anulado por milímetros a Gual pudo haber cambiado la historia -o al menos volverla más inquietante- pero el VAR, después de pensar mucho, favoreció a la Franja. Gran triunfo con claroscuros, para afianzar la miniracha de victorias y para volver a estar en el playoff, con el permiso de la Ponferradina, que por la tarde nos había quitado la última butaca.
ENVUELTO PARA REGALO
Errores que perdieron contra los propios aciertos.
El Rayo no jugó bien, pero la contundencia de los tres cabezazos pudo hasta con los propios fallos. Si el Alcorcón hubiera estado más lúcido y el VAR no tan microscópico, quizá los tres puntos serían uno, o ninguno.
Pérdidas en los mano a mano (Trejo no tuvo su noche), demasiados pelotazos cuando el juego pedía tranquilidad, presencias que después fueron ausencias (Advíncula, Suárez, Bebé, Qasmi) y ausencias permanentes (Álvaro, Valentín, el citado Trejo). Poco importa, porque el resultado maquilla todo. Al principio el Rayo buscó el triunfo y, una vez que encontró esos dos goles extraños, desatascadores, se dedicó a mantener el resultado frente a un rival que no propuso nada y que tuvo su mejor momento cuando el marcador estaba 0-1, transformando el campo en un gran rondo y obligando al Rayo a perseguir sombras. Partido lento, más caminado o trotado que corrido y por eso ideal para Suárez. Iraola supo leer esto y aguantó bien los cambios. En resumen: se ganó a media máquina con un inapelable 0-3. Santo domingo.
LO QUE SE LLEVA EL OJO
Los centros en los dos primeros goles.
Bebé sacó un tiro libre a la cabeza con una precisión descomunal. Es como si hubiera tirado a que rebote en la cabeza de Suárez. Allí está un 70% del gol (es verdad que entra solo, igual que Isi en el tercero), pero el tiro libre es de otro planeta. Y Advíncula -parece que se cambió las piernas o que le hizo bien el psicólogo o ambas cosas- regateó de manera insospechada incluso para él y le puso a Qasmi un centro perfecto, de Selección Peruana, al segundo palo. El ojo, que acompañó el viaje incierto de los balones hasta las cabezas y el cortito de las cabezas hasta la red, se lleva esas parábolas.
LA BOTELLA MEDIO LLENA
Tres puntos fuera de casa. Se alarga el sueño.
El caudal de la botella aumenta. Si la remontada frente al Zaragoza la había dejado en modo optimista sin discusión, ahora necesitamos vasos o una segunda botella. Los tres puntos, en este momento decisivo de la Liga -sí, el Rayo podría estar más arriba, debería estar más arriba, pero es lo que hay- dejan esperanza para lograr el objetivo secundario: entrar en el playoff sin sufrir como el año pasado. Hay que seguir sumando puntos. Y optimismo.
EN DEFENSA DE…
Hombres correctos en el lugar correcto.
Cortando y luchando por arriba y por abajo, la defensa estuvo bien ubicada y Dimitrievski no pasó apuros. Advíncula jugó uno de sus mejores 45 minutos con el Rayo. No cometió demasiados errores y asistió en el 0-2. Catena y Saveljich fueron molestos sin ser peligrosos. En un partido que invitaba al roce y a poner el pie, aceptaron gustosos la invitación. Y Fran García, yendo de más a menos, hizo algunas carreras que rompieron la cámara lenta del encuentro y, como Advíncula, se duplicó en delantero de banda, trazando recorridos que unían rápido las dos líneas de fondo.
Con un triplete de cabeza, el Rayo volvió a decir “presente”. Esperemos que esta vez ese “presente” dure.
El saludo de hoy es para el Rayo Vallecano Italian Fan Club, que desde Génova siempre nos informa en directo sobre todas las novedades del club y de sus equipos, además de ofrecer contenidos históricos y anécdotas del Rayo. Un gran abrazo para su artífice: Stefano Picasso.
Gracias por la lectura, familia rayista, y hasta la próxima crónica. ¡Fuerza, Vallecas! ¡Aúpa, Rayo!