Caía el diluvio universal en el verde de El Toralín. El Rayo, eufórico y en plena racha, se medía a un equipo en crisis. La Ponferradina de Bolo aún ni había ganado ni había marcado en lo que iba de 2020. Un pozo peligroso del que urgía salir y, para ello, se encomendaban a su gente. Ambiente de partidazo.
Sobre el papel la diferencia entre los dos equipos -al menos en cuanto a sensaciones- era abismal. Pero bajo la tremenda tromba de agua que asoló El Bierzo todos los análisis previos perdieron valor. El Rayo hizo novillos, no compareció hasta última hora y recordó a viejos fantasmas.
Porque los bercianos fueron muy superiores. El nuevo tridente de ataque, formado por Isi, que volvía a la alineación, Ivi, que debutaba y, como no, el incesable Yuri, metía miedo. Dimitrievski y los palos sostendrían a un apático Rayo que tenía la pelota, pero no incomodaba a Gazzaniga (Gianfranco, hermano de Paulo, quién jugase en el Rayo, el mundo es un pañuelo).
Rodri Ríos, de falta directa, estrellaría el cuero en la madera e Isi, casi al final de la primera mitad, mandaría el balón al palo izquierdo para que este se pasease por la línea, tocase también en el derecho y saliese expulsado. No tenían suerte los de Bolo y Dimitrievski se lucía sacando lo que no hacían los palos. Descanso.
Jémez introdujo a Saveljich por Milic durante el entretiempo y el partido cambió. En el primer minuto de juego, Yuri recogió un balón dentro del área para hacer ‘cosas de Yuri’, batir a Dimitrievski y desatar la locura en las gradas. Zarpazo de los que duele y de los que cuesta reponerse.
Pero sorprendentemente el Rayo reaccionó rápido. Advíncula se llevó el balón por la derecha, se la dejó a Embarba, el capitán disparó y, en el rechace, Andrés Martín la empujó a la red. Pedía cabeza Jémez, pero el gol no iba a subir el marcador. Ese bucle llamado VAR volvió a hacer acto de presencia para señalar falta de Advíncula por un codazo al comienzo de la jugada. Lo es. Anulado.
A partir de ahí el partido quedó completamente abierto e igualado. De Frutos debutó, saliendo al verde cuando se cumplía la hora de partido. Buenas sensaciones del reciente fichaje, aunque muy tímido aún.
Pudo ganar cualquiera en los últimos minutos. Yuri mandó una volea a las nubes de esas que deja un estadio en silencio por unos segundos. El Rayo no sufrió, pero tampoco terminó de apretar para encerrar a su rival. El empate parece lo más justo visto lo visto. Un partido frío y tosco.
Jémez tiene ahora una dura pelea con el calendario. El jueves llega un Primera División, el Betis, para jugar la Copa del Rey. La duda de las rotaciones o la ambición. La duda de si ir con todo a por una competición utópica o no. El punto en El Toralín deja frío el cuerpo de cualquier rayista. Urgen ánimos, pero no suicidios. El Rayo es un sí pero no.