La ilusión por el ascenso se sustentaba en un pilar aparentemente fiable: los partidos en casa. Porque en el barrio todo es más fácil para el Rayo Vallecano. El pleno de victorias (con permiso de aquel tropiezo ante el Almería, la excepción que confirma la regla) aupaba al equipo hasta el playoff y permitía soñar, en caso de ganar al Cartagena, con el ascenso directo. Ese del que tanto hablan los jugadores de la primera plantilla cuando hablas con ellos.
Sólo había una norma este sábado: ganar. Y se incumplió. Iraola introdujo una revolución en el once dando entrada a los Montiel, Mario Suárez, Antoñín… Y quitando a Pozo, Trejo y Qasmi, entre otros. También volvió Isi para darle descanso a Andrés Martín, el futbolista más en forma de la plantilla. ‘Medicina rotaciones’ para oxigenar al equipo ante un partido que se preveía intenso y teniendo en cuenta que el miércoles (19:00 horas, Movistar LaLiga) toca ir a Leganés.
Sobre el césped se vivió un combate digno de eclipsar al Tyson-Jones. La tensión fue la reina de la noche y los golpes, el rey. Ambos muy por encima del gol. Cada falta, aunque fuese en el centro del campo, se gritaba como un penalti. En cuanto a ocasiones, la más clara la tuvo Isi, que solo ante Bulka y con tiempo para pensar la mandó ‘al muñeco’. También es humano el de Cieza. El Cartagena sólo se asomó un par de veces: Aguza a las nubes y Andújar, algo desviado.
Poco en las áreas y mucho en el ring. La segunda parte empezó con una tónica similar. A la hora de juego llegó la peor noticia de la noche: Velázquez tuvo que ser sustituido por molestias en el cuádriceps. Iraola hizo un triple cambio dando entrada a Martín, Trejo y Pozo… Pero no sirvió para cambiar nada. El partido no se jugaba. Todo eran interrupciones y chillidos.
Por el gol, Isi a punto estuvo de conseguirlo de cabeza (sí, el más pequeño de la clase). También Pozo, que tras un pase filtrado la cruzó demasiado. El envite final fue dar entrada a Qasmi. El partido, en su último cuarto de hora, se volvió loco y pudo pasar de todo. Pero no pasó nada. La Franja se asfixió, acabó sin ideas, maniatada y perdió una bala de oro para hacerse fuerte en la zona alta de la tabla.
El Rayo no consiguió desatascar la faena y pinchó por segunda vez como local esta temporada. Los vallecanos cayeron en la trampa del Efesé: ensuciar el partido, que se juegue poco y que no brille el talento individual. Borja Jiménez le ganó la partida de ajedrez a Iraola. El empate hace que el partido en Butarque adquiera una transcendencia aún mayor de la que ya tenía. Se avecina una noche de más de tres puntos.