El Atlético de Madrid se llevó los tres puntos de Vallecas gracias a un solitario gol de Griezmann en el minuto 74. Los de Míchel siguen en puestos de descenso.
Cambios en el once
El Rayo Vallecano tenía ante sí una prueba de fuego. Uno de los grandes de la Liga, el Atlético de Madrid, en Vallecas, para salir de los puestos de descenso. La tarde pintaba perfecta. La huelga de animación convocada por Bukaneros en la noche anterior, había sido desconvocada. Los 17 grados que caían en la capital, el sol y el colorido invitaban a una mágica velada de fútbol en la Albufera.
Míchel arrancaba con una sorpresa en el once: se caía Advíncula y entraba Tito. La sorpresa en el lateral ante una decisión que no se sabía si era táctica o por algún problema físico del peruano. Míchel tendría que confirmarlo en rueda de prensa.
Por otro lado, Gálvez regresaba al once ante la baja de Velázquez y Mario Suárez se hacía con el control en la medular para dejar más libertad a Santi Comesaña. También regresaba al once Trejo.
Poco fútbol, poca intensidad
Los primeros compases del partido, detonaban que iba a ser un encuentro trabado, con más músculo que fútbol. El césped de Vallecas no ayudaba: desde fuera daba la sensación de estar seco: así no se potenciaba el fútbol rápido.
El ‘estilo Cholo’ se palpaba. Los colchoneros, bien plantados sobre el campo, tejieron un sólido sistema defensivo para impedir el juego rayista. Conforme avanzaban los minuto, el Rayo parecía sentirse más cómodo, pero en ataque, eran estériles, débiles. Mientras, Dimitrievski apenas tuvo que intervenir. Así transcurrió la primera mitad, en la que apenas pasó nada. Mucho centrocampismo y un ritmo muy bajo de juego, como bien le gusta al Cholo.
Aún así, Embarba en dos ocasiones, Trejo y RdT pudieron poner con ventaja al Rayo antes del descanso.
Misma dinámica
No cambió el guión con el comienzo de la segunda mitad. El partido estaba lento, como si quisiese arrancar pero no pudiera. Hasta que Míchel decidió buscar esa vuelta de tuerca, esa marcha más. Retiró a un desdibujado Trejo y a Embarba para meter al césped a la explosividad de Bebé y el toque de Pozo. Con eso, buscaba el partido. También el Cholo, que no tardó en reaccionar a los cambios, dando entrada a Diego Costa.
Ambos técnicos daban un aviso: querían el partido y se veían con armas y ganas de conseguirlo. Con Pozo en el terreno de juego, el Rayo ganó en proyección, pero el partido seguía tímido. De hecho, en ningún momento se vio explotar el juego: cómo le gusta ese estilo al Atlético de Simeone, que bien lo tienen aprendido, cómo le dan pausa al juego, sin prisa, sabedores de la gran capacidad que tienen arriba y que en cualquier momento te la pueden liar.
Así fue como llegó el gol visitante. Corría el minuto 74 cuando un balón sin aparente peligro en el área franjirrojo, era aprovechado por el más listo de la clase. El francés Griezmann metió su puntera, y tras un rechace, se coló mansamente en la red de Dimitrievski. La sensación de partido era que, sin hacer prácticamente nada, los colchoneros se habían puesto por delante. Simeone tenía el partido que quería y donde quería, y con eso le valió.