Pintaba Vallecas a nuevas fábulas. La semana traía novedades, aires nuevos desde que las peñas anunciasen el fin de la huelga de una animación que estaba apagando el latir de Vallecas. La afición miraba el choque ante el Zaragoza con ojos diferentes, no lo llamemos ilusión, no seamos tan bravos, pero la mirada era otra. El problema, es que el Rayo era el mismo.
Jémez apostó por una alineación semi-revolucionaria sin centrocampistas puros. El tridente Pozo-Trejo-Montiel tiene fútbol, pero salida de balón… Menos. Aún así, el experimento no salió mal y el Zaragoza fue un títere en el arranque.
Porque en los primeros compases los de Jémez mandaron y perdonaron. Una oda a ‘lo de siempre’, a aquel equipo que domina con claridad, pero tiene menos gol que un alfiler. Ratón puso de su parte para evitar el tanto franjirrojo, pero la falta de pegada de los Ulloa, Embarba y compañía es evidente. Al descanso, sin goles.
La llama se consumía mientras la gente iba asimilando que ellos habían dado el paso, pero que los frutos no llegaban. El empate sabía a muy poco, pero la derrota, la derrota ya era otra historia. El drama llegaría desde los 11 metros, un lanzamiento de penalti con mucha historia.
Al disparo de Javi Ros aparece ‘San Stole Dimitrievski’. El portero macedonio no se mueve, adivina que el chut iba al centro y lo para con la mano izquierda. Explotaba Vallecas, por momentos. Porque el VAR intervendría para informar que Stole se había adelantado y, por lo tanto, debía repetirse. No hay discusión, tiene los dos pies, los dos, fuera de la línea. Javi Ros, a la segunda no perdonó. Gol. 0-1.
El Rayo probó un alegato in extremis, agarrándose a unos minutos finales que esta temporada, para bien o para mal, están dejando goles y detalles. Jémez introdujo a Advíncula en el lugar de Embarba, movimiento extraño. El Rayo, con más corazón que cabeza, rondó la portería de Ratón, pero sin suerte. Y con menos ahínco de lo normal.
La posesión fue franjirroja, el fútbol fue franjirrojo, hasta se puede reconocer que el partido, en su conjunto, fue franjirrojo. Pero los puntos vuelan a Zaragoza. Y la cara que se le queda a cualquier rayista, en estos momentos, es un poema. Reflejo de lo que lleva siendo toda la temporada. Un poema.
Merecer no es ganar, no en este deporte. Para ascender tienes que hincar el diente y el Rayo es un cachorro de cara a puerta. El partido ante el Zaragoza refleja que con animación, tampoco. Los vallecanos pueden acabar la jornada sólo 3 puntos por encima del descenso, a 10 del ascenso directo y a 7 del playoff. Y ahora, a Oviedo.