La visita del Espanyol a Vallecas exudaba aroma a partidazo por todos los costados. El líder, imbatido y sin goles en contra, pisaba el Estadio de Vallecas, donde la Franja es más sí misma. A ello debía sumársele la titularidad de RDT y la presencia de Embarba (jugó 25 minutos). Muchos factores para una tarde anormalmente bonita. El Rayo Vallecano, que venía de rozar lo grotesco en Tenerife, tenía la oportunidad de arrodillar al rey perico y devolver un mensaje de autoridad a la categoría. Y a su gente.
Para ello Iraola decidió devolver al once a los dos internacionales (Dimitrievski y Fran García) y dar continuidad en el lateral a Mario Hernández. ¡Bingo! Esa es la fórmula y cada vez parece más evidente. En sólo 10 minutos el Rayo ya derrochó más coraje que en los 90′ del Heliodoro. Ese tirón de orejas había encendido las alarmas, despertado a la fiera.
Fue superior el Rayo durante toda la primera parte. Muy superior. Apoyándose en los costados consiguió encontrar pequeñas ranuras en la muralla perica. El Espanyol se dedicó a eso: esperar, aguantar y aguardar el momento oportuno para castigar. Es el estilo que Vicente Moreno está implantando esta temporada y que tan buenos frutos le está dando, una base similar a la del Cholo pero con sello propio.
No podía la Franja. Isi lo probó desde lejos, sin suerte; también Pozo de tacón en una acción muy protestada, pues Cabrera despejó el cuero claramente con el brazo, pero al estar apoyado en el suelo el árbitro (ciñéndose a la regla) no lo señaló. Llegadas, llegadas, llegadas… Pero todas con ese dichoso ‘uy’ que se está asentando esta temporada en Vallecas. El Rayo lo hacía todo bien, menos el gol.
Tras el paso por los vestuarios se dio la vuelta a la tortilla. La entrada del joven Melamed resucitó a los suyos, que presionaron muy arriba y forzaron al Rayo a fallar. Fue un breve oasis, eso sí. Puado y RDT a punto estuvieron de rematar dos balones altos, pero poco más allá de eso. El Rayo recuperó la vara de mando y devolvió el partido a los carriles del dominio sin peligro. Qasmi, sacrificado en las disputas, no disparó ni una vez a puerta.
Superada la hora de juego encontró el gol Puado, que se benefició de una jugada embarullada para mandar el balón a las mallas, pero no subió al marcador por fuera de juego. El 9 estaba adelantado cuando David López peinó el centro previo, muy claro. Pozo pidió penalti por un derribo de Dídac… Muy leve. El partido entraba en terreno fangoso con el paso de los minutos.
Y ahí los nervios se apoderaron de las piernas. Llegados a ese punto ninguno quería dar un paso en falso que tirase todo el trabajo por la borda. Los extremos y delanteros corrían, poniendo el veneno sobre el verde, pero los medios y las defensas guardaban las líneas midiéndolas al milímetro. Así era muy difícil. Ambos levantaron sus murallas y se resguardaron detrás, esperando que llegase el pitido final y se confirmase el tan peleado punto.
Pero Isi Palazón tenía otros planes. El extremo marcó un golazo de volea en el 88′ para acabar con la fortaleza del Espanyol. No pudo hacer nada Diego López, que se estiró con todo para salir mejor en la foto de lo que fue un auténtico misil. Enloqueció el conjunto rayista, se había remado, remado y remado contra todo. Sólo faltaba el gol, pero llegó.
La victoria eleva al Rayo en la clasificación y potencia las buenas sensaciones. Los de Iraola fueron superiores y merecieron ganar, pero la vida unas veces entiende de justicia y otras no. Esta vez la moneda ‘cayó de cara’ y como si el fútbol le debiese algo a la Franja tras el gol anulado en Tenerife, ofreció la ya famosa volea de Isaac Palazón Camacho. Un golazo que decreta el estado de euforia en Vallecas. No es para menos.