Que el punto sepa a poco, dice mucho. Pese a que los números de 2022 inviten al bajón (dos partidos de Liga y dos pinchazos), 45 minutos de coraje vallecano fueron suficientes para demostrar que el Rayo, incluso en sus peores días, da la cara. Dará la cara. Llegaron las primeras curvas en la senda a Liverpool. Los primeros volantazos. De aquí a mayo se avecinan meses de ajetreo, suerte para la barriada que por sus venas fluye Rock n’ Roll. Y que su Vallecas sigue siendo un fortín, hogar del mejor local de Europa, donde nadie gana desde el 13 de junio del año pasado, hace 210 días. El Betis huyó con vida tras jugar una hora con diez y ganó el golaverage particular, precioso botín. Y nota negativa para la Franja.
Iraola recuperó a su Káiser, Catena, pero perdió a su guardián, Dimitrievski (molestias en los isquios). Y en una de las tardes más grandes, apostó por su jauría de bestias: Falcao y Nteka, juntos. Pese a la impetuosa formación, con la Pantera y el Tigre sobre el campo, el protagonismo acabó siendo para un Panda. Borja Iglesias, pivote y referencia, lideró a un Betis feroz, mejor, con las ideas claras y la portería de Luca Zidane entre ceja y ceja. El Rayo sufrió en los primeros compases, víctima de sus propias dudas, y tanto Tello como Álex Moreno, de regreso entre abucheos, yerraron el primero. Isi, por la Franja, regaló la única ocasión de verdadero peligro a los pies de los balcones de Muñoz Díaz.
El partido, tenso como una cuerda de acero, se partió superada la media hora: Álex Moreno, de forma involuntaria, dio una patada a Isi en la cabeza. Y desató el caos. La jugada siguió con el Berciano, en el suelo, sangrando a cántaros; el Betis atacó, finalizó y no marcó. Fue ahí cuando Muñiz Ruiz decidió aplicar su propio reglamento, sacando primero amarilla al lateral y, segundos después (tal vez tras un chivatazo de la sala VOR), roja directa. Si era juego brusco o peligroso debería haber sido expulsión en el acto; si no, amarilla. Lo que hizo, se considere la jugada de roja o no, escapó de cualquier lógica.
Álex Moreno se marchó entre un tsunami de abucheos y Pellegrini dio entrada a Guardado por Borja Iglesias, recomponiendo al equipo. Pero el Rayo, que antes de la expulsión ya estaba empezando a recuperar dominio, se durmió en los laureles y jugó peor contra diez que contra once. Tal fue la hipnosis, que el Betis marcó en inferioridad: Fekir para Bellerín, este al corazón del área y Canales, a la jaula. El Triángulo de las Bermudas para la Franja, letal. La afición despidió al equipo con gritos de “¡Remontada! ¡Remontada!”.
Y “¡reacción a la vista!”, respondió el anónimo vigía del Santa Inés, sabedor de que a la película le quedaba carrete. El Rayo se armó de coraje para seguir tropezando con la misma piedra, abusar de los centros laterales ante un equipo en inferioridad. Era el guion que quería el Betis: no romperse y despejar balones como un frontón. La medicina de Iraola fue introducir a Sergi Guardiola por Óscar Valentín, apostando por un equipo con los tres delanteros sobre el verde. Sería un all in definitivo con el regreso de Alvarito. Ahí el campo se volcó hacia la portería de Rui Silva y quedó inaugurado el vendaval. Una tras otra; uy tras uy.
La sucesión de “ahora Rayo ahora” y “míralos, cómo se ac…”, bañaban un carrusel de ataques vallecanos. El Tigre, acariciando un centro de Trejo en el primer palo, no acertó poco antes del empate. Elevándose a las alturas, él mismo remató un balón al poste… Que acabó en las tablas. Los tambores de Vallecas se quedaron en stand by, en suspense y Balliu, ante el cenital de 10.000 almas, controló en el área pequeña, pisó la pelota, respiró, apuntó y marcó por el palo corto. Como si la tarea del gol hubiese sido su oficio toda la vida. Respuesta atronadora de Vallecas ante el primer tanto del albano en Primera División. Un capítulo imborrable en su vida; un punto y aparte en el partido.
Porque Vallecas creyó más que nunca en la remontada. Y tuvo la más clara en una doble ocasión de Falcao y Sergi Guardiola que Edgar, primero y Rui Silva, después, evitaron de manera heroica. El portero también despejó con dificultades un misil de Bebé, marca de la casa y su posterior remate de Álvaro García. En esos zarpazos murió el combate, con reparto de puntos para dos rivales directos en el sueño europeo. Vallecas sangró, pero sigue invicta. El Betis se escapó con vida y el Rayo, que sacó un punto por coraje, sintió que se le escaparon dos de diamante. Empató contra el tercero y le supo a poco. Lo cual dice mucho.