Y volvió el fútbol. Rayo Vallecano y Albacete, enfrascados en el partido más largo de la historia del fútbol español, ejecutaban el pistoletazo de salida para la vuelta de la competición nacional. Lo que debía ser un partido había mutado en un bucle capaz de dejar confuso hasta a un guionista de Dark. Pero todo tiene su principio y su final. Hasta un Rayo – Albacete.
Había cuentas pendientes desde aquel 15 de diciembre y se notaba en el ambiente. Los manchegos, obligados a formar con diez futbolistas, renunciaron a su segundo delantero para formar en 4-4-1, relegando a Zozulya, protagonista de la cita, a la punta de ataque. Un Zozulya al que en los aledaños del estadio dedicaron una pancarta: “…y Zozulia era, y sigue siendo, un puto nazi”. No hubo altercados.
El Rayo llegaba al partido sin delanteros (Ulloa, lesionado; Qasmi y Juan Villar, fichajes invernales), pero Jémez tenía claro que a experimentar no le gana nadie. Su bombazo fue Catena, que ejerció de delantero centro escoltado por Andrés Martín y Álvaro García. Al más puro estilo Beckenbauer.
Antes del pitido de López Toca los clubes rindieron un sentido homenaje a los fallecidos por la Covid-19. Raúl Martín Presa colocó varios ramos de flores a lo largo de las tribunas bajo el impactante silencio de unas gradas sin voces, pero con almas. El fútbol en la nueva normalidad tiene un hedor extraño y, si hay una primera conclusión que extraer, es que este deporte sin pasión no es lo mismo.
Sobre el tapete la superioridad numérica y técnica del Rayo estableció un guion claro: el dominio local. Catena tuvo el primero en un balón llovido del cielo que podía controlar y remachar a placer dentro del área pequeña, pero se precipitó, cabeceó y perdonó la gloria. En ese momento quedó patente que no es un delantero centro nato.
Pero perdonar es algo que no haría Advíncula instantes después. El peruano cazó un zurdazo espectacular para marcar por la escuadra derecha de Tomeu Nadal. Voló el portero, pero era imposible. Llevaba meses buscando ese gol el lateral: galopar por banda, entrar hacia la frontal y disparar con la pierna menos hábil al palo largo. Algunas veces el chut iba directo a Payaso Fofó, otras tocaba en el banderín de córner y otras, incluso, sacaba algún ‘uy’ entre la afición. Paradójicamente, el día que le salió, no había nadie en las gradas. Pero es un gol que puede resultar crucial para el ascenso.
El Albacete quedó condenado a tener que dar un paso hacia delante, pero los de Alcaraz se mostraron incapaces de molestar a Dimitrievski. Estuvo más cerca el segundo franjirrojo que el empate. Acuña, en una volea desde la frontal, tuvo la más clara para los suyos, pero la ejecución fue insuficiente. Punto y final. Advíncula coloca al Rayo a las puertas del playoff y sitúa al Albacete en la cuerda floja.
“Tanto para esto”, podría decir alguno. Y con razón. Fue un partido frío, de esos que dejan el cuerpo extraño y la sensación de haber visto algo parecido al fútbol, pero que no era fútbol. El 10 de junio de 2020 se vivió el pistoletazo de salida a la vuelta de la competición y, a la vez, el fin de un bucle agotador. Uno que empezó el 15 de diciembre de 2019 y que ya es historia de este deporte. Se lo llevó el Rayo.