Entre apuros y dudas, pero el Rayo Vallecano solventó la papeleta ante Las Palmas y se comerá el turrón en zona de playoff. Una victoria balsámica en lo que a puntos se refiere, pero que acrecentó las dudas en torno al gol. Porque el equipo carece de pólvora y eso hace que el dominio sea estéril y los partidos se enquisten. En los despachos de Vallecas la carta a los Reyes Magos es corta y directa: hace falta un delantero centro con pegada, un rematador. Un RDT, si me permiten.
Iraola mantuvo el bloque que empató el pasado lunes en Montilivi: Luca Zidane bajo palos, Advíncula en el lateral derecho, Isi-Álvaro en bandas y arriba, Antoñín. Un once que cada vez parece más fijo (con permiso de Dimitrievski, aunque las buenas actuaciones de Luca Zidane le complican la titularidad cuando vuelva). Enfrente estaba Las Palmas, el cuarto peor visitante de la categoría y que aún no conocía la victoria esta temporada lejos de las islas. A priori, el viento soplaba a favor.
Pero el Rayo es un especialista es ponerse la zancadilla. Y eso que empezó como un avión: Domínguez tuvo que hacer hasta cuatro paradones durante el primer cuarto de hora. Pero la dichosa pelotita no entraba. Pepe Mel se animaba en el banquillo, creía, pero el choque no dejaba de darle reveses: Cedrés y Dani Castellano se marcharon lesionados, obligándole a gastar dos pausas antes del descanso. La Franja se fue difuminando con el paso de los minutos y acabó llegando al intermedio entre un juego de imprecisiones y pérdidas de tiempo. Jugando a lo que quería su rival. Cayendo en una media hora donde pasó entre poco y nada.
Y es que el fútbol puede ser precioso, pero también un auténtico tostón. Y este partido fue el reflejo de las dos caras de la moneda. Tras el paso por los vestuarios se mantuvo la dinámica sosa del primer tiempo, sin riesgos ni desmarques de ruptura. Sin goles. Pero lo bueno se hace esperar. Isi cayó dentro del área cuando armaba el disparo y, aunque pidió penalti, el árbitro dio ley de la ventaja porque Antoñín se quedaba solo dentro del área y sin portero. No falló el malagueño, que con cinco tantos se convierte en el nuevo máximo goleador del equipo. Fue paradójico, porque el Rayo estaba atascado y cuando marcó, lo hizo sin querer (el pase de Isi a Antoñín es un milagro involuntario). Pero también vale.
Los vallecanos, abonados a escoger el camino difícil, no sentenciaban y bailaron una vez más en la cuerda floja. Pero esta vez la zaga se mantuvo firme. También es verdad que Las Palmas ayudó: los canarios sólo hicieron un tiro a puerta en todo el partido (y fue en la primera parte). Con ese bagaje es complicado sacar algo del barrio. Lo más parecido a una acción de peligro de los canarios fue una simulación de Rober, que pidió penalti en un piscinazo digno de Michael Phelps en la Olímpica de Londres.
La suerte acabó sonriendo a la Franja: Bebé marcó en el 87′ para cerrar la noche. Un error garrafal en la salida de balón propició que el extremo se quedase solo ante Domínguez. Tenía la opción de pasársela a Qasmi, pero decidió hacer la guerra por su cuenta. Era su momento; su gol. Como si de un final de película se tratase, el Rayo cerró este puñetero año con un gol de Tiago Manuel. Fue el último regalo. Y la confirmación de que oficialmente está de vuelta.
La victoria sabe a gloria. Y a playoff. Vallecas se mantuvo inexpugnable y cerró con triunfo este 2020 que, entre todo lo malo que ha dejado (bien lo resumió Pepe Mel, “a ver si se va a tomar por culo”), ofrece una tímida ilusión: el Rayo. La aventura del ascenso directo es una quimera, así que las opciones de volver a la élite pasan por hacerse fuertes en la promoción. Es la bala; el as a jugar. Ante Las Palmas sólo valían los tres puntos y se consiguieron. La Franja volverá el 2 de enero para recibir al Alcorcón (16:00 horas, Movistar LaLiga). Ahora, dos semanas para recargar refuerzas y descansar. Y para abrir la libreta de fichajes. Enero es sinónimo de mercado y mercado, de delantero centro.