Vallecas sigue siendo Vallecas. Ni 21 días de eterna espera han apaciaguado el poder vigoroso de un estadio invicto. Diciembre llama a la puerta y los rayistas aún desconocen la sensación de visitar su guarida y perder; palabras mayores, oda a aquello del “esto es Vallecas y aquí…”, en fin, no hace falta que acabe, ustedes ya lo saben. El Mallorca fue la última víctima de una lista con seis bajas y un absuelto (el Celta, héroe dado lo relatado). Los de Iraola, recuperados del extraño vértigo que dejó el Bernabéu, se armaron en trincheras y, bajo gritos de “el año que viene Rayo-Liverpool”, se dieron otro baño de sueños. Una nueva jornada, chaqué europeo. Este escuálido galgo de Franja Roja sigue galopando en carreras de caballos.
El ‘Plan Vallecas‘ salió a la perfección. Los demonios de Luis García Plaza mordieron el machete durante 5 minutos, y nada más; a partir del 6′ arrancó el ciclón vallecano, que en poco más de cuarto de hora se puso 2-0. El primer zarpazo fue de Sergi Guardiola, cover llamado a escena ante las bajas de Nteka (molestias) y Falcao (convocado, pero tratado con prudencia). Comesaña dribló a regañadientes, filtró una pelota y el manacorí definió al palo largo. Instantes después, Álvaro García desafió a Usain Bolt con un sprint escandaloso que le llevó desde la medular hasta los morros de Reina en un parpadeo. No titubeó en la definición, rompiendo una sequía de tres partidos e igualando al Tigre como máximo anotador del equipo (un póker para cada uno).
En el minuto 27, por primera vez esta temporada, Vallecas entonó aquello de: “El año que viene, Rayo-Liverpool”. Sonó tres veces. La primera, sólo en el fondo; la segunda, en todo el estadio; y la tercera, hasta en los balcones de Teniente Muñoz Díaz. Durante muchos años ese cántico fue acompañado de guasa; esta vez, la mirada de sus intérpretes reflejó un brillo atípico. Un creer que… Quién sabe.
Porque cuando al Rayo le palpita el corazón a este ritmo, todo es posible. Hasta un Panenka de Trejo para sellar la velada. Sergi Guardiola, para cerrar su mejor actuación con la Franja, provocó un penalti por agarrón de Russo (inocente, pero fue). El Chocota asumió la responsabilidad, tomó aire, cerró un ojo enfocando en la mirilla y marcó con un toque sutil. Así hacen magia los magos. Balón a la barriga y dedicación a Leo, el que en unos meses será su cuarto hijo.
Al Rayo sólo le faltó acunar y no sufrir. Temporizar con posesiones tan largas como desesperantes para el rival. Disfrutar. Bebé, en un simulacro de posible Plan D, entró para jugar como delantero. Y aunque no deslumbró, su mera presencia ya fue un chupito de alegría para los miles de espectadores. Es -y siempre será- un tipo querido. Pozo, cada vez menos subordinado, también tuvo sus 20 minutos. Como Andrés Martín y Kevin Rodrigues. Focos para actores de reparto, que en este Rayo son genios. Porque la tripulación de Iraola es brillante desde el primer hasta el último de sus marineros. Una plantilla histórica a nivel de calidad. Y de números.
Faltó la lluvia, no el sudor. Ese es innegociable. Como ganar en Vallecas, visto lo visto. Valentía, coraje, nobleza y victoria. La Franja sigue fantaseando. Otro trago de ilusión.