El exanalista del Rayo Femenino, Borja de Andrés, tiene un gran recuerdo de Vallecas. La temporada pasada cumplió un sueño, formar parte del cuerpo técnico que consiguió la permanencia en Primera Iberdrola. Este año, lo vive desde fuera, pero siempre que puede se acerca para ver al Rayo a la Ciudad Deportiva.
#EntrevistaUR con Borja de Andrés
El fútbol siempre ha sido la gran pasión de Borja de Andrés, que se sacó el título de entrenador de nivel III y se empezó a formar como analista. La temporada pasada, recibió la llamada del Rayo Femenino: “Cuando te llama un club de Primera Iberdrola no dudas en subirte al barco y cumplir un sueño”. Borja no se lo pensó dos veces, dejó Ávila, su ciudad amurallada, y se mudó a Azuqueca de Henares, a media hora de la Ciudad Deportiva.
Era la primera vez que salía de su ciudad, pero ilusión y ganas no le faltaban. “Mi función principal era analizar tanto al rival al que nos enfrentabamos y como al equipo propio”, afirma con una sonrisa. Su trabajo tenía dos objetivos principales: “Filtrar toda la información posible al cuerpo técnico y facilitar la toma de decisiones de las jugadoras”. Además, y a pesar de que era el año del COVID, Borja intentaba transmitir toda la información posible al cuerpo técnico una semana antes del partido.
“Hasta que las matemáticas digan que el Rayo está descendiendo, yo no lo contemplo como descendido”
“La semana anterior tienes que haber pasado toda la información al cuerpo técnico para que orienten esa semana de trabajo”, responde recordando esa temporada tan bonita. Borja tiene muy claro que se lleva de ese año: “Lo recuerdo como algo maravilloso, el sentimiento del día a día de Vallecas, intentar conseguir el objetivo y tener que sufrirlo y conseguirlo al final”, se salvaron a falta de dos jornadas tras ganar al Santa Teresa (5-0).
Aunque, él, que venía del fútbol base, disfrutó muchísimo dando charlas tácticas a jugadoras profesionales por primera vez, al aire libre y con un proyector: “De repente te sueltan y te dicen, confío en ti, suelta lo que quieras, que le llegue toda la información a las jugadoras”, afirma entre risas. El Rayo Femenino también le devolvió todo ese trabajo el 6 de enero, en el primer Día de Reyes que pasaba fuera de su casa: “Ese día, mis Reyes Magos no llevaban corona, llevaban el escudo del Rayo en el pecho”, puso en su perfil de Instagram.
Se encargaba de darle diferentes “pildoritas” a las jugadoras durante los entrenamientos: “Hay jugadoras que demandan más información y otras que quieren ir al juego, al momento del partido”. Su trabajo se amplió a mitad de temporada: “Tuve la posibilidad de llevar el balón parado desde final de temporada hasta el final”. Esa posibilidad le llegó gracias a que su gran trabajo estaba recogiendo sus frutos: “Veía muchas horas del rival y eso facilitaba todo”, declara.
Conseguida la salvación, le tocó despedirse de Vallecas, pero sobre todo, de la segunda familia que había formado: “Del año pasado me lo llevo todo, la atmósfera de Vallecas como Ciudad Deportiva la recuerdo espectacular”. Su despedida fue un hasta luego porque siempre que puede se acerca para ver al equipo y aunque la situación actual esté complicada, Borja quiere ser optimista: “Es complicado, pero lo que me queda de Vallecas es que no se va a rendir nadie”.
Aunque solo estuvo un año, el Rayo Femenino le dejó una huella imborrable. Borja cierra la entrevista con la misma sonrisa con la que la empezó y con un último deseo: “Hasta que las matemáticas digan que el Rayo está descendiendo, yo no lo contemplo como descendido porque sé que toda la gente que está ahí va a trabajar muchísimo para que no sea así”, concluye.