Suena a topicazo, pero era una final. El Rayo Vallecano llevaba cuatro partidos seguidos sin vencer, una racha que le había condenado a tener que ganar sí o sí en La Romareda (estadio donde sólo había ganado en dos de sus 16 visitas). De no hacerlo, el playoff se iba; de hacerlo, todo volvía a quedar en un puño. Era una moneda al aire, con su cara y su cruz, sin cantos posibles.
Cualquier mínima ilusión que quedase parecía esfumarse a los 5 minutos de partido. Atienza marcó un golazo a la mediavuelta tras recoger un balón en el punto de penalti. La puso en la escuadra, imposible para Dimitrievski. Era el inicio de lo que parecía sería un auténtico drama. Porque quedaba más. Puado aumentó la ventaja para el Zaragoza en un mano a mano, pero el tanto sería anulado por un fuera de juego casi milimétrico.
Se hundía el San Inés mientras tocaba la orquesta, pero a veces la mejor manera de despertar es tocar fondo. Y en ese momento, rozando el 2-0 y desangrándose por los lados, el Rayo revivió. Empezó a dominar, a hacer un fútbol precioso y a avasallar la meta de Cristian Álvarez. A ser un equipo que quiere ascender.
Sólo faltaba el gol, pero llegaría en el último minuto de la primera parte. Balón muerto dentro del área que caza Juan Villar a botepronto y marca por el primer palo. Imparable. Minutos antes se jugó la expulsión Mario Suárez, haciendo una dura entrada a Puado con amarilla. Se la perdonó Ocón Arráiz. Suspiro y gol psicológico.
Jémez movió ficha en el intermedió dando entrada a Advíncula y Óscar Valentín. Sabia elección. El partido se convirtió en un vendaval franjirrojo, sólo existía el Rayo. Tanto, que en apenas diez minutos llegaron dos goles más, la remontada.
El primero, tras un jugadón de De Frutos por la derecha, que le da un pase providencial a Juan Villar y este marca con la diestra. Otra vez apareció la escopeta de Cortegana, que se está afianzando como delantero indiscutible para el tramo final de temporada. Minutos después, Atienza cometería un error de bulto en la salida de balón, recogiéndolo un Álvaro García que, con recorte y disparo, puso el 1-3.
Acortaría distancias el Zaragoza a la hora de juego. Puado le ganó la espalda a Catena y definió de manera sobresaliente picándola sobre Dimitrievski. A partir de ahí florecieron los nervios. Soro pudo empatar con un derechazo desde la frontal, pero atrapó el portero macedonio.
Cada vez que el balón se acercaba a un área había peligro. Qasmi la tuvo para hacer el cuarto rayista, pero su cabezazo en el segundo palo, a placer, fue con la cara y no cogió rumbo a puerta. Una estampa grotesca. La nota más positiva la puso Velázquez, que entró 81′ y volvió a jugar al fútbol tras su grave lesión.
La franja empezó con dos delanteros (Qasmi-Juan Villar) y acabó con cinco defensas (Advíncula-Saveljich-Velázquez-Catena-Saúl). Una metamorfosis que afianzó tres puntos de oro, haciendo lo que peor estaba haciendo el Rayo esta temporada: dormir los últimos minutos. Los de Jémez acunaban el partido con posesiones largas mientras el Zaragoza se desesperaba. El arte de dejar que corra el crono sin sufrir.
A la contra sentenciaría Trejo, recogiendo un rechace de Cristian Álvarez tras una gran internada de Isi y marcando de cabeza. El capitán secunda que ha encontrado su mejor versión tras la cuarentena. Jugón y líder. 2-4 y locura en el barrio. Venció la franja.
El Rayo no se rinde. Esta victoria le deja a 2 puntos del playoff. Quedan cuatro partidos: Numancia (L), Almería (V), Las Palmas (L) y Racing (V). Serán los últimos 12 puntos de una temporada inexplicable y en la que, aun con todo, el equipo sigue teniendo opciones de subir a Primera. Vallecas no tira la toalla. No está en su ADN.