Se nos ha ido. Jorge nos ha dejado, y como imagino podría pasar con muchas chicas, nos ha roto el corazón. Los que alguna vez le vimos cerca del cole, el mismo que ocupan a tiempo parcial mis hijos, nos fijamos en que era guapete y algo “echao palante”. Los y las que le conocieron afirman que Jorge era inteligente, estudioso, cariñoso, buen tipo y sobre todo, del Rayo (ya me diréis de qué equipo iba a ser con esta clase de valores). Era abonado y en sus casi quince años de vida ha conocido la Segunda, disfrutado la Primera y por suerte era demasiado pequeño para sufrir en la B, y seguro que pidió a los Reyes Magos o a Papá Noel por aquello del rojo y el blanco poder pisar el césped de Vallecas, como me consta que hizo, alguna tarde de ascenso.
Le pediría a toda la afición rayista que aplauda de forma unánime entre los minutos catorce y quince del duelo ante el Villarreal del próximo domingo en memoria de Jorge. Y al club una camiseta con su nombre en su asiento. Sería un detalle.
Desde aquí, como padre, rayista y miembro de la familia de Unión Rayo quiero deciros a sus seres queridos, que os acompañamos en vuestro dolor, que se me rompen las fibras poniéndome en vuestra piel y que nunca caminareis solos.