Desde Parla hasta Almería, Sergio Akieme (Madrid, 22 años) fue y es una de las grandes promesas del fútbol español. Su carrera es la demostración de que se puede llegar alto sin perder la humildad. En su debut en Primera se marcó en propia (1-2 contra el Getafe), pero nadie olvida como Vallecas, inmediatamente después, se puso en pie para ovacionar a ‘el chaval’ en señal de cariño. Él guarda ese recuerdo en su memoria como la demostración de que el apoyo de las gradas, al menos, siempre lo tuvo.
Pocos entendieron su salida al Barcelona B hace dos años, pero la falta de oportunidades propiciaron que la gran perla del filial acabase marchándose sin focos y por la puerta de atrás. Actualmente es titular en el Almería… Y el domingo volverá a pisar el césped de Vallecas, la que fue su casa. En un mundo plagado de egos y arrogancias, un joven con la sencillez de Akieme es un tesoro. Y en la víspera de un partido tan especial para él y su familia, concede una tarde a Unión Rayo. Una cosa tiene clara: si marca, no lo celebrará.
El Rayo está imbatible en casa: cuatro victorias en cuatro partidos. ¿Vaya partidazo el domingo, no?
Somos conscientes de la dificultad que tiene el Rayo Vallecano y, especialmente, el Estadio de Vallecas. En casa son muy fuertes y este año será aún más complicado.
¿Cómo imaginas tu vuelta tras dos años?
No sé cómo será, pero yo estoy muy contento de volver al barrio y de pisar de nuevo este estadio. Tengo ganas de ver a algunos de mis excompañeros, al cuerpo técnico, a los que trabajan allí… Lo pienso y me hace mucha ilusión.
Pero sin público se hará raro…
Lo único negativo de esta vuelta es que no voy a poder ver a toda la afición, gente que hace que el Rayo sea diferente. Es una pena.
Hablando un poco del Almería, ahí estáis, a 2 puntos del playoff… ¿Aspiráis al ascenso directo? ¿Playoff?
Queremos ir partido a partido y, en base a eso, trabajar para entrar en ascenso directo. El objetivo es subir.
Vamos a conocer un poco a Sergio Akieme. ¿Cómo empezaste en el fútbol?
Mis primeros pasos fueron en Parla, de donde soy. Jugué en el equipo de mi barrio (A.D. Barrio La Libertad), salté al Getafe, donde estuve cuatro años y luego, al Rayo Vallecano…
¿Cómo fue ese momento en que te dicen “vas a jugar en el Rayo”?
Estaba en los cadetes del Getafe y, de entre las opciones que tenía, en el Rayo me ofrecían ser directamente ser juvenil de primer año, saltándome todos los pasos previos. Confiaron mucho en mí y me insistieron. Era una oportunidad que no podía rechazar y acepté.
¿Tú ya eras del Rayo antes?
No, conocía el club, pero nada de lo que tiene dentro. Con el tiempo descubrí el estadio, la afición, los valores… Y me fue gustando.
¿Cuánto importante es la familia para llegar a la élite? ¿Y cuan importante es tener un buen círculo alrededor?
De lo más importante. La estabilidad emocional que te ofrece la familia y la gente cercana es clave a la hora de forjar tu rendimiento, tanto para el día de hoy como en el futuro.
Te costó llegar al primer equipo, normal teniendo en cuenta lo difícil que es tirar abajo la puerta en el Rayo, pero lo hiciste. ¿Cómo fue ese momento en que te comunicaron “eres parte de la primera plantilla”?
Hicimos un gran año en el Juvenil A, ganando la Liga y la Copa del Rey (primera vez en la historia del club). Eso me abrió puertas y dio la oportunidad de formar parte de la primera plantilla. Pero te digo una cosa, más difícil que llegar es mantenerse y, a mí, eso fue lo que realmente me costó.
¿Cuál es el entrenador más especial que has tenido?
Diego Merino. Siempre me dijo que confiara en mí, que llegaría a donde mi cabeza quisiera llegar.
Tú has vivido de cerca el terremoto institucional que está atravesando este club. Ahora que estás a 600 kilómetros y las cosas se pueden ver con diferentes perspectivas… ¿Entiendes el enfado de la afición con el presidente?
Entiendo a todas las partes, que la afición esté enfadada y que los jugadores quieran centrarse en el tema deportivo, porque cuando estás dentro y ves tantas cosas lo que priorizas es conseguir el objetivo deportivo y esperar a que las otras cosas se solucionen.
Hubo una sensación de contrariedad cuando se oficializó tu salida al Barcelona B. ¿Qué pasó para que no terminases de cuajar en el Rayo?
Nunca tuve la continuidad que necesitaba para crecer. Fueron muchos años con la Franja, pero con el primer equipo no logré jugar ni tres partidos seguidos (en su última temporada, en todo el año, sólo jugó cuatro encuentros). Eso, durante cinco años, se hizo duro. Y te acabas yendo a otro sitio.
¿Te sentiste querido por la afición?
Muchísimo, muy querido y muy arropado. Aún recuerdo el día de mi debut… Me marqué en propia y, de repente, todos se levantaron y empezaron a aplaudirme. Esos detalles marcan cómo es el Rayo y su afición. Jamás lo olvidaré.
En un futuro… ¿Volverías al Rayo?
Sí, es un club que me encanta, igual que su gente. ¿Por qué no?
¿Cómo estás viviendo el fútbol actual con tantos PCRs, contagios, suspensiones…?
Más que miedo en los partidos lo que tengo es miedo en el día a día. Por cualquier cosa te puedes contagiar y debes tener cuidado. Todas las medidas que puedan ponernos a nosotros, por muy pesadas que nos parezcan, son positivas y hay que respetarlas.
Test rápido… ¿Cuál es el partido que más recuerdas con el Rayo?
La final de la Copa del Rey contra el Real Madrid.
¿Y el momento más duro?
He tenido varios… Pero me quedaría con el descenso.
¿Qué consejo le darías al Sergio Akieme de hace años?
Sinceramente, ninguno, estoy contento con quién soy y con cómo he hecho las cosas.
¿Tienes alguna manía o algún ritual antes de salir al campo?
No, nada.
¿Cuál es el campo que más te ha marcado?
El del Almería, porque contra ellos debuté como profesional y, fíjate como es la vida, cinco años después es mi casa.
¿Y la afición que más huella te ha dejado?
La de Vallecas.
Última. Si el domingo marcas… ¿Lo celebrarás?
No.