EDITORIAL
El Rayo Vallecano lucha esta temporada contra viento y marea para volver a Primera División. No lo tiene nada fácil. A la complicada Segunda División se le suma una situación social a la que no beneficia para nada sobre el verde.
La directiva franjirroja debe meditar. Una parte de la afición rayista ha tomado un camino, que uno puede estar más o no de acuerdo; pero una opción por lo menos respetable. Decir hasta aquí se ha llegado. Y ellos son los primeros que sufren por no entrar al campo o ver un Vallecas diferente.
Pero la entidad vallecana debe reflexionar. Los dirigentes son los más interesados en regresar a Primera. En juego hay mucho dinero. Y no todos los años se va a ascender tras no hacerlo tras un descenso. Eso es difícil que vuelva a ocurrir. Lo normal es tirarte bastantes años en la categoría de plata si no aprovechas la ayuda del descenso.
La directiva rayista debe ser consciente que si Vallecas no vuelve a rugir, del ascenso hay que olvidarse. Es prácticamente imposible que el Rayo pueda competir en esas condiciones. Hace poco el mismo Trashorras lo explicó. Y él mejor que nadie lo sabe. Paco Jémez no puede excusarse en esto lógicamente; pero él y toda la plantilla saben lo complicado que es jugar sin ese jugador número 12.
La afición siempre va a estar ahí. En Primera, en Segunda, en Segunda B… No importa lo que ocurra esta temporada y en otras. La afición no tiene nada que perder. Debe ser la directiva, si quiere ganar la batalla sobre el césped, quien ceda y haga todo lo posible para que Vallecas vuelva a ser Vallecas. De ello depende un posible regreso a Primera. Sin Vallecas, olvídense de ascender.