Si el sábado a las 18:30 horas (franja peninsular) se sentaron ante el televisor esperando ver un partido de fútbol tal vez lo apagaron decepcionados. Pero si su intención era ver un combate digno de cuadrilátero, encontraron premio. Se enfundaron los calzones y ataron los guantes Tenerife y Rayo Vallecano para saltar al Heliodoro a jugar un choque con más patadas e interrupciones que ocasiones. El resultado fue claro: empate a puntos.
Es difícil encontrar una primera parte más insulsa en la hemeroteca. Fue el Rayo quien, con dos laterales diferentes (debutó Martos y volvió Mario), agarró el timón para intentar proponer, pero a medias y mal, como ese amigo que propone dice proponer un plan y como mucho te elige un día. Movía la pelota la ‘Franja negra’ de lado a lado sin inquietar a Ortolá. Nada, absolutamente nada.
Isi, partiendo desde la derecha, envió varios balones cerrados al área, todos carentes de rematador. Fue bastante más de lo que hizo el Tenerife. Los de Fran Fernández, ni peligro ni posesión. Todo se resumió a un esquema de líneas muy juntas que apretaban al control rival y derribaban cuando sentían que se les marchaba en velocidad. Acabaron con 14 faltas realizadas y ninguna cartulina. Se enfadaba, eso sí, Iglesias Villanueva cuando le recriminaban que mantuviese su tarjetero cerrado.
Tras el paso por los vestuarios el partido amagó con estirarse. Óscar Valentín probó el chut con la zurda, mandándola directamente fuera por la línea de fondo. Instantes después Fran Sol regateó a Morro y marcó con la diestra a portería vacía, pero partía de fuera de juego y el tanto no subió al marcador. En apenas diez minutos de la segunda parte ya había pasado más que en toda la primera.
Repartía el Tenerife, pero las dos primera tarjetas serían para el Rayo: Martos y Catena. El partido y sus cosas. En el 73′ llegaría el primer disparo a puerta del Rayo, obra de Isi que, tras encontrarse a Zarfino de primeras, lo probó con la zurda y blocó en dos tiempo Ortolá. No tenían los soldados de Iraola la verticalidad de otras veces. Todo era plano, horizontal, lento. El partido era previsible por ambas partes y así no había margen para sorprender o romper líneas.
En el 78′ la tuvo Fran Sol tras un sprint de 70 metros, pero sólo sería el aviso de lo que venía. Minutos después puso un centro raso Shaq que Morro dejó muerto dentro del área. Error notable del portero que aprovechó Bermejo para, con la zurda, batir al guardameta y aprovechar el rechace. A partir de ahí volvió Ulloa, que no jugaba dese febrero y apretó la Franja, consciente de que le tocaba jugar a corazón abierto.
Y llegaría la polémica. Andrés Martín encontró la igualada tras controlar un balón aéreo dentro del área y cruzarla al palo largo. Celebraba el conjunto vallecano, pero el VAR intervino para anular el tanto por fuera de juego. El jugador en el balón que recibe antes de marcar está en posición legal, pero le señalaron un fuera de juego posicional previo, tiempo antes de su disparo. Y es milimétrico.
La bota derecha del jugador está livianamente adelantada con respecto a la de Sipcic. Incluso pueden ser milímetros. La calidad de la imagen televisiva y las tomas mostradas por realización son indignas de la categoría y de lo que había en juego. La confusión entre jugadores y aficiones era total. Pero el brazo de Iglesias Villanueva, que no fue ni a la pantalla para interpretar de primera mano si Andrés interviene lo suficiente ‘posicionalmente’ para anular la jugada o no, ya estaba levantado. Vallecas pide VAR al VAR.
Con la miel en los labios se ahogaron los de Iraola, que por segunda jornada consecutiva a domicilio se marchó sin puntos y sin goles. Salió al Rayo a verlas venir y esperar que el gol cayese por su propio peso. Pero las cosas no vienen solas, hay que buscarlas. Y jugar con fuego tiene su riesgo. El Tenerife estuvo vivo para tumbar a su rival y sacar tres puntos del cuadrilátero canario. Decía Iraola tras la goleada ante la Ponferradina que aquello debía servir para aprender la lección. Repetirá mensaje tras esta derrota. Ahora viene el líder a Vallecas, el Espanyol. Tambores de guerra. En el campo y en el VAR.