El Rayo tuvo esperanza. Duró 45 minutos. La primera parte fue buena, gol de Mario Suárez incluído. La segunda fue desastrosa. Un doblete de Ekambi en dos minutos destrozó a un conjunto franjirrojo al que solo salva ya un milagro. El tercero lo puso Gerard Moreno. Míchel, sentenciado.
Concentrado y serio. Sin florituras, pero sin apenas despistes. Así comenzó el Rayo Vallecano en La Cerámica, consciente de que se jugaba la vida. Míchel había apostado por la velocidad arriba con Bebé y Álvaro, y por la seguridad en el centro del campo con Mario Suárez. Santi Comesaña, al banquillo.
Y no fue tras una gran combinación cuando llegó el gol. Esta vez fue el Rayo el que lanzó un directo a la mandíbula del rival a balón parado. Bebé tocó en corto, Imbula la puso y Mario Suárez remató con parábola al palo largo para poner por delante a los de Míchel. Los franjirrojos destilaban personalidad y estaban obteniendo la justa recompensa.
Pero el gol despertó a la bestia. El Villarreal se puso a jugar… y las tuvo. Muy claras. Primero Samu Chukwueze y después Pedraza. A punto estuvo de llegar el empate. Cuando la necesidad aprieta no se puede esquivar el sufrimiento.
Y la segunda parte empezó como acabó la primera, con el Submarino Amarillo muy arriba y presionando. La Cerámica sacó el rodillo. Toko Ekambi dos veces en dos minutos. Dos goles. Todo el trabajo realizado por el Rayo en la primera mitad, al traste. Especialmente doloroso fue el segundo tanto. Con los franjirrojos groguis, el 17 recibió entre líneas y batió a Dimitrievski por bajo.
Con los franjirrojos volcados, Gerard Moreno puso el tercero tras un contraataque. Con este resultado, el Rayo se queda a seis puntos de la salvación con el golaverage perdido con el Villarreal. Míchel, con el agua al cuello.