EL TERCER TIEMPO
Las sensaciones que se te quedan en el cuerpo después del partido en Mestalla pasan por el abatimiento y el desaliento. Ves cómo tu equipo se hunde, maniatado, incapaz de competir en Primera División. Pese a los brotes verdes, a los buenos partidos contra Athletic o Barcelona, el Rayo Vallecano está atravesando un profundo bache en el que la psicología del equipo parece más que mermada.
La importancia de las dinámicas
Que el Rayo Vallecano esté en Primera División es algo similar a un milagro. Un equipo que año tras año pasea con sus limitados recursos por un escueto alambre, cual funambulista de Circo, dando tumbos para no perder el equilibrio. Esta temporada, el cable parece no soportar el peso de la enorme mochila de dificultadas que sustentan este milagro llamado Rayo Vallecano.
En Valencia el Rayo duró 30 minutos, hasta que Santi Mina aprovechó uno de los despistes que tanto están castigando al cuadro franjirrojo. Siempre hay pequellos fallos como estos, esos pequeños detalles de los que siempre habla Míchel, pero que siempre sonríen al rival. ¿Por qué? Sea como fuere, tras el gol, el equipo se vino abajo. Mentalmente parece un grupo hundido, y en Valencia tengo la sensación de que se perdió la chispa. Y si un jugador pierde esa fé, …, mal vamos.
Muchos pensareis, ¡qué bien se vivía en Segunda!, siendo cabeza de león, donde ganábamos con la inercia de un campeón. Cómo ha cambiado la película en unos meses, cuando la dinámica es negativa, y las buenas sensaciones no se plasman en resultados. En el mundo del fútbol mandan ellos, los resultados, y el Rayo Vallecano está en la lona, noqueado.
Pero no se me vengan abajo. En Vallecas no somos de tirar la toalla. Y si hay alguien que sabe cómo revertir estas situaciones, eres tú. El viernes ante el Eibar se tiene que poner la primera piedra de la remontada. El equipo solo necesita esa dosis de optimismo en forma de tres puntos. Una victoria para cambiar, un punto de inflexión, ya que no se vive de sensaciones.
Quizás sea muy pronto para hablar de finales, pero el viernes ante el Eibar tengo la sensación de que es la primera de la temporada. Míchel podría vivir su último partido en el banquillo, y no estoy muy convencido de que alguien de fuera pueda hacerlo mejor que él. Así que toca remangarse como en las mejores noches para empujar y sumar entre todos la primera victoria, para tratar de seguir manteniendo el equilibrio en ese escueto alambre en el que nos vemos anclados.