Hace un par de días escribí unas palabras sobre lo injusta que me parecía la situación por la que ha pasado Míchel tras la derrota en Leganés. Que en el ambiente flotara una sensación de ultimátum tras siete partidos después de haber salvado al Rayo de bajar a Segunda B y haberlo subido a Primera en dos años consecutivos no debe ser fácil de llevar (aunque Míchel ha confirmado públicamente que está tranquilo: “He notado siempre la confianza del club, si tienen alguna duda no me han transmitido nada”).
Y menos con todas las circunstancias que han concurrido en las pocas semanas en las que el entrenador vallecano ha tenido disponible a toda la plantilla: casi un mes de parón por el cierre del estadio y partidos internacionales, expulsiones que cambian partidos, tres encuentros seguidos en una semana, de nuevo parón con la pérdida de internacionales… La pretemporada de julio y agosto no sirvió para nada. Y la pretemporada de septiembre con el campeonato ya iniciado ha estado repleta de obstáculos. Quizá suene fuerte decirlo pero Míchel aún está probando al equipo y de ahí que ya haya utilizado a todos los jugadores menos Dimitrievski, Akieme y Lass.
Sobra decir que cada uno de nosotros tenemos un entrenador dentro y sabemos que la solución pasa por jugar con dos pivotes, o en rombo, o con defensa de cinco o quitando a tal o cual jugador que no está al nivel. Pero la cosa creo que no va de eso. Más allá de que estemos de acuerdo o no con el estilo o las decisiones de Míchel, lo relevante es que se ha ganado a pulso el último año y medio el poder estar ahí hasta que acabe la temporada.
Algunos parecen haber olvidado que si uno da todo lo que tiene y honra la franja, no importa el resultado. Contra el Leganés no fue así. Hasta ahí estamos de acuerdo. Pero todos podemos tener un mal día y equivocarnos. ¿Para esto queríamos a Míchel capitaneando el barco? Para mí, el trato que recibió del club en su despedida como jugador, sin poder despedirse de su afición sobre el césped, dejó bastante que desear. Espero que la historia no se repita como entrenador.
Decía al principio de esta columna de opinión que había escrito unas palabras sobre el caso. Un usuario de Twitter no tardó en contestar diciéndome que lo mejor que la afición podía hacer por un emblema del Rayo como él era que el estadio fuera un clamor coreando su nombre.
Una persona que tantas alegrías ha dado al Rayo, al rayismo y a Vallecas como jugador, como entrenador y como persona bien podría tener este homenaje ahora que las cosas vienen mal dadas. Desde hace años, la afición ha ‘institucionalizado’ minutos claves en sus reivindicaciones (minutos 12 y 13) o en su animación (minuto 24). ¿Y si en el minuto 8…?
? Míchel: “Necesito tiempo, pero sé que las urgencias están ahí”https://t.co/71gy1VeiCW
— Unión Rayo (@UnionRayo) 11 de octubre de 2018