“Una meritocracia ilusionante”
El Real Valladolid se agarra al carácter y a la ambición de Luis César para soñar con volver a Primera División
Jesús Domínguez/@Blanquivioletas
El Real Valladolid parece sufrir a veces episodios de pérdidas de memoria. De vez en cuando olvida que, en lo que va de siglo, cuando mejor le ha ido es cuando se ha puesto en manos de un entrenador de carácter y que abraza la meritocracia. Así triunfó José Luis Mendilibar y así lo hizo Miroslav Djukic. Y así parece llamado a hacerlo Luis César Sampedro.
El entrenador gallego ha demostrado en las primeras jornadas del campeonato liguero que ni le tiembla el pulso ni tiene favoritos por nombre y rango. De esta manera, en lo poco que ha transcurrido de la temporada se han habituado a ser suplentes jugadores como Isaac Becerra, que llegó a Zorrilla con la vitola de ser el mejor guardameta de la categoría, Javi Moyano, capitán y ‘juegalotodo’ con Paco Herrera, o Antonio Cotán, llegado en verano y llamado a dirigir las operaciones en el centro del campo.
Por el contrario, dos hombres llamados a salir como Luismi e Iban Salvador están siendo los más destacados en este inicio de curso. Junto con Mata, pichichi y quien ya ha mejorado sus pobres cinco goles de la temporada pasada, los suyos están siendo los nombres propios de un equipo, no obstante, coral, como su juego.
El mediocentro andaluz y el atacante hispano-guineano son las dos grandes sorpresas de un conjunto que llega a Vallecas en puestos de ascenso por méritos propios y a pesar del inesperado tropiezo en El Alcoraz contra el Huesca. Esa derrota puso fin a seis partidos seguidos sin perder, aunque no trajo dudas al seno blanquivioleta: contra el Córdoba demostraron que el patrón, tanto el del banquillo como el de juego, tiene total confianza (todo lo contrario de lo que sucedía hace un año).
El nuevo Real Valladolid –realizó quince incorporaciones en verano; doce fichajes y tres cedidos retornados– se planta sobre el césped con la firmeza de un aspirante al ascenso, eso que pretende ser, y, supuestamente, en un 1-4-2-3-1 que con balón es mucho más que eso debido a la altura de los laterales. Con Borja metido entre centrales, se parece más a un 1-3-3-3-1 que muta por la naturaleza viva de sus jugadores y, cuando el cuero es del rival, presiona para recuperar o cuanto menos cortar rápido la acción, algo que le convierte en el tercer equipo peor disciplinado por ahora.
La prueba de que la grada ya se ha contagiado de la ambición del equipo y del carácter del entrenador es que en Vallecas estarán acompañados por cuatrocientos aficionados, cuadruplicando el desplazamiento de la pasada campaña. Y es que este Pucela engancha; quizá no enamora (aún) por la falta de una consistencia real defensiva o por desconexiones como la que costó el gol del Córdoba, pero es intenso, animado, animoso y comprometido. Ahora solo falta, como diría aquel, que la pelotita entre, y que el ansia de estar arriba se concrete aunque seis presupuestos mayores.