¡Feliz año, nuevo! (Saludo inventado de Figueroa Vázquez a Latasa al mostrarle la roja por otro lado indiscutible).
¡Esto NO es fútbol, papá! (Despedida inventada de FV a Damián Suárez tras mostrarle el camino a los vestuarios)
Quien más quien menos ha sucumbido alguna vez a la tentación de hacer propósitos de cara a un nuevo año.
Leí a una “influencer” de gimnasio decir con tono motivado que mientras los propósitos no sirven para nada los objetivos marcan la diferencia.
Tras ver el partido le he quitado el like.
Creo firmemente que el árbitro del Getafe-Rayo se propuso no permitir que alguien se pasase de la raya.
El señor del silbato tuvo que hacer acto de autocontrol ante el previsible partido trabado entre dos equipos faltones. Se tomó con calma los choques, los pisotones y los despejes con recado incluido pero su paciencia tuvo un límite, quizá el de no admitir ver insultada su posición e inteligencia.
“No es culpa suya si es torpe” debió pensar Figueroa para no castigar con cartulina el salto con rodillazo en la espalda que Juanmi Latasa, cientonoventaydoscentimetros de estatura, propinó a Oscar Valentín.
“No es mi culpa si es un torpe” observó el colegiado cuando Juanmi Latasa, dos metros menos ocho centímetros de estatura, se ganó la primera amarilla por sacar el codo a pasear ante un rival o como dicen los de la tele en eufemismo genial “abrir los brazos para equilibrarse en el salto”. Me meo.
“Chico, si es que vas provocando” masculló para sus adentros el referee al ver como el delantero local tropezaba con su codo en la misma cara, la de Oscar Valentín superando la delgada franja roja, la que convierte el crimen en castigo.
A favor de obra no están los comentaristas televisivos. En otro partido veo un mamporro de defensa a delantero, choque de codo con mandíbula que al expelotero le parece normal. Golpear a un rival con intención y contundencia no lo es.
La incredulidad por la falta de costumbre se convirtió en alegría con el gol de Camello. Cuando los de Francisco pudieron combinar amenazaron primero por medio de Isi y ejecutaron después con la llegada de Balliu y el rechace de su remate a gol por parte de Sergio.
Gol en el descuento y floripondio de Francisco, deudor de cirios pascuales a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Rodriguez, que volvió a desconcertar a la afición con su once inicial, demostró buen olfato y muchos partidos sufridos ante árbitros arrepentidos. De una tacada sacó del campo en el inicio del segundo acto a los amonestados Kike Pérez y Pacha Espino para dar entrada a Nteka y Chavarría.
Su prudencia fue premiada con el segundo tanto. Randy peleó un balón y la sorprendente falta de contundencia de la zaga azulona fue aprovechada por Camello para transportar otro gol y casi tres puntos con sabor a oro, incienso y mirra a Vallecas.
Poco después Greenwood dio la razón a los que dudan de él y condenó a su equipo. Recibió falta, se desquició e insultó a Figueroa Vázquez en su cara.
Damián Suárez esperó a ser sustituido para comprobar hasta dónde estaba dispuesto a llegar Figueroa. Se ganó la roja y Bordalás, quizá perfido pero no idiota, había retirado antes a Jaime Mata para evitar el poker de rojas.
Mientras tanto el Rayo Vallecano se frotaba las manos hasta que Francisco gastó probablemente todo el frasco de poción mágica del mes de enero. Aridane la pifió, arriesgó y ganó. Figueroa vio penal pero el VAR hizo su trabajo,revisó la acción y dejó sin castigo la acción al límite del canario.
Hasta el final se pudo ver un quiero y no puedo de un Getafe con nueve jugadores en cancha y un pim-pam-pum sin riesgo de la franja,seguro para el amarre de puntos pero decepcionante para el espectador.
El Rayo cerró su mala racha con oficio y algo de fortuna y el Getafe la suya victoriosa al superar la delgada franja roja entre contundencia y violencia.
Un tipo extraño de justicia poética pareció darse en el Metropolitano. Tres puntos más cerca del objetivo, que es de lo que se trata.