Bob se quedó sin trabajo. Cuarentón y creyente pero residente en un barrio pobre veía con desesperación junto a su mujer, Anne, como su hija Coleen se acercaba al día más feliz para él de la existencia de una niña, el de su comunión, sin un vestido para celebrarlo y lo peor de todo, sin dinero para conseguirlo.
La historia de Coleen, Anne y Bob la dirigió Ken Loach pero la podíamos haber firmado cualquiera de este lado de la M30
La cadena humana que rodeó Vallecas el sábado en la previa del Rayo-Cádiz seguro estuvo plagada de “Annes” y “Bobs”. El Rayo sin Vallecas quedaría desnudo y tras cien años de existencia su afición solo pide que su vestido, ya raído y muy desgastado sea de nuevo zurcido y remachado de modo digno, humilde pero con cariño.
Tras ella llegó un alegato contra el racismo, mil muestras de cariño entre las aficiones de Rayo Vallecano y Cádiz y finalmente el partido en el que Iñigo y Pellegrino soñaban con la primera victoria de sus equipos con ellos al mando. No ocurrió.
El partido tenía todos los ingredientes estadísticos para terminar en empate a cero pero los deportivos y humanos añadían picante al duelo. Unos pretendían hacer de la necesidad virtud y otros matar el hambre a bocados pero en casa de los pobres solo la desgracia se hace presente. Así fue. Para los dos.
Comenzó el partido con un equipo de luto pero muy vivo y otro cruzado por un rayo y un manojo de nervios. Los locales no acertaban a dar dos pases seguidos y los visitantes, espoleados por su propia esperanza se acercaban con peligro al área de Dimitrievski.
Un mal despeje del normacedonio a pase comprometido de Valentín puedo terminar en drama, pero el brazo de Aridane estaba pegando a su cuerpo cuando el balón golpeó en él.
Rober Navarro remató fuera una buena llegada de Sobrino por la izquierda.
El Rayo despertó e Isi probó los guantes de Ledesma que a punto estuvieron de darle un disgusto, pero el arquero salvó su meta. Por esta vez.
Álvaro llegó desde su costado y RDT no estuvo demasiado lejos.
Tampoco Maxi Gómez que primero heló la sangre de Vallecas con un disparo cuyo bote causó arritmias en los distritos postales 28018, 28038 y 28053 y después fue frenado por la estirada de Dimi.
Mirar la nómina de jugadores de ataque y ver sus registros goleadores es rasgarse los ojos hasta sangrar. Por los de la capital De Tomás, Falcao, Camello como DC. Por los de la tácita de plata Maxi, Juanmi, Cris Ramos. No son malos, no, pero no ven puerta ni cerca.
Casi fue Trejo quien adelanta a los de Iñigo. Su mezcla con Álvaro fue tan buena que su remate, cercano al palo, no le hizo justicia.
Todo esto en la primera mitad, casi nada.
En la segunda llegó la “hard rain” y se multiplicaron las llegadas. Sobrino probó a Dimi, Maxi la tuvo y RDT disparó sobre Conan. Mas agua, tanta, que la maquina de hacer agua del cielo cambió el programa por el de granizo y la cabeza de Iñigo Pérez empezó a teñirse de blanco. Alberola, a petición de los jugadores detuvo el partido unos minutos.
El fondo de Vallecas no se movió. Resistió estoicamente sin dejar de cantar la lluvia de pedradas que caía de arriba, del cielo y por esta vez no del club y asistió con el resto del estadio, calado pero inasequible al desaliento a un final de drama. En todos los sentidos.
A la vuelta fue Lejeune el que probó con un cabezazo el verde medio blanco del césped para esfuerzo de Ledesma. El Rayo, con oficio y Falcao en la cancha buscó el área o al menos la esquina. Isi botó el córner que Conan quiso desviar al otro costado, pero las yemas de sus dedos solo alcanzaron a poner el balón en los pies de Lejeune que adelantó a los locales a puerta vacía (1-0).
Y si sólo tengo amor,
¿Qué es lo que valgo yo?
Si tengo ganas de bailar,
¿Para qué voy a esperar?
Ahora necesito amor,
Es mi única ambición;
Como yo no sé bailar,
A galeras a remar
Por Manolo García el Cádiz, como último de la fila en la lucha por el descenso, remó con todo lo que tuvo. Encontró premio del modo mas inesperado. Un saque de banda lanzado al punto de penalti mal despejado, un balón puesto por el último defensa cadista una décima de segundo antes de que la presión rayista lo tapara, la duda de Jorge que no da frutos y la sorpresa de Aridane dieron el segundo necesario a Javi Hérnandez que, como León, el profesional (Jean Reno es hijo adoptivo de Cádiz), fusiló con sangre fría a Stole Dimitrievski. (1-1).
El empate agrandó en su ataque a los visitantes y achicó a los locales que solo salvaron un punto gracias a la falta de pericia de cara a gol de los de negro.
Resultado justo y empate desgraciado para los dos que seguirán luchando por sacar los deberes. ¿Logrará el Rayo vestirse de largo en su centenario?
Quizá si Presa hubiera contratado a Bob para el mantenimiento de Vallecas no estaríamos así. Las goteras en el campo no son más que el reflejo de la falta de cariño y la desidia que lo inunda todo en este club que vive de espaldas a su mayor “activo”, su gente.