El Rayo Vallecano salió de La Cerámica enfadado hasta las trancas. Con el rostro rojo como la arcilla y ahíto con Melero López, el VAR y su propia mala suerte. Todo lo que le pudo salir mal, salió mal. La dichosa pelota no quiso entrar y, sin embargo, en apenas 5 minutos perforó dos veces su portería con más polémica que arte. Una supuesta falta no señalada sobre Dimitrievski y un liviano penalti fueron los culpables del remojo de cólera en un equipo que sigue haciendo aguas lejos de Vallecas: sólo 5 puntos de los 24 disputados. Tomarse las uvas en Europa pasará por cumplir ante el Alavés; por Vallecas, donde el Rock n’ Roll nunca muere.
Empezó muy bien la Franja, alineada en su once tipo con Sergi Guardiola ya asentado por delante de Nteka. Iraola es un firme defensor de la meritocracia: si alguien lo hace bien, sigue. Así de simple. Y esa tutela es la bandera de Guardiola, que tuvo la primera en un errático disparo de la frontal. Poco después perdonaron Álvaro García y, sobre todo, Trejo, forzando a Rulli a hacer una de las paradas de la jornada para despejar un torpedo a la escuadra corta. Entre argentinos quedó la cosa, con victoria para el de La Plata sobre el de Santiago del Estero.
El Villarreal, algo fatigado por su expedición en Bérgamo, se estiraba a cuentagotas y sólo disfrutó de una verdaderamente clara, adecentada por Dimitrievski. Que poco después sería el protagonista de la polémica: el portero fue obstruido en un córner que remató Mandi. Los jugadores rayistas reclamaron paridad de criterio, pues minutos antes se había señalado una falta idéntica sobre Rulli (obstruido también por un tumulto del que participaron sus propios compañeros). Una fue; otra no. Salió cruz para la Franja, que sacó de centro, tocó hacia atrás y en apenas 20 segundos, le señalaron el octavo penalti en contra de la temporada. El equipo al que más penas máximas le indican de Primera, suma y sigue en su cuenta particular.
Catena metió la pierna en un lance con Gerard Moreno y le tocó ligeramente. El contacto existió, pero fue muy liviano. Eso hizo que el enfado franjirrojo fuese, directamente, ira. El no entender como de algo tan mínimo se había señalado un castigo tan máximo. No yerró Gerard Moreno, doctor en la materia para esperar hasta el último segundo y disparar al lado opuesto del portero. El Rayo, que no baja los brazos ni con un tsunami en contra, pudo hacer el 2-1 antes del descanso de no ser porque Mandi, en modo superhéroe, apareció para despejar en la línea un testarazo de Isi.
Ese tan ansiado gol no llegó. Rulli cuajó una segunda parte exorbitante para sostener al Submarino y evitar un naufragio a última hora. Voló para despejar un cabezazo de Sergi Guardiola y fue un muro ante Nteka, relevo de Trejo a modo de urgencia en un all in final de Iraola. Y víctima de la última polémica de la tarde: en el minuto 77 cayó dentro del área, siendo derribado de manera clamorosa. No para Melero López, que le ordenó levantarse; tampoco para el VAR, que se abstuvo. La indignación, a esas alturas, ya era capitalicia. Desde Real de Arganda hasta Payaso Fofó. Pozo, Andrés Martín y Alvarito tuvieron las últimas, sin ventura. Sequía de gol; tromba de polémica.
El Rayo volvió a ser un relámpago fuera de casa y se aferra a Vallecas para irse a Navidad en ‘zona Europa’. Depende de sí mismo: ganar al Alavés el próximo sábado (14:00 horas, Movistar LaLiga). En su guarida de tres gradas el engranaje carbura; lejos de ella, se oxida. Aunque hay días ahogados, a la fuerza, entre penaltis y pesares.