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Deportivo 3 – Rayo Vallecano 3: ‘Harakiri en Riazor’

Los errores y los aciertos forman parte del fútbol, son la salsa de este deporte, en eso estamos de acuerdo. Pero cuando los errores se convierten en un bucle, nace el hastío. Y el Rayo Vallecano volvió a remar para acabar tirando todo -de manera incomprensible y hasta infantil- por la borda.

Fue un harakiri bajo el sol de Riazor. La primera parte carece de pegas, fue una oda al fútbol de toque, la templanza y la efectividad. Se estrenaba Juan Villar como titular con la franja en Liga y lo hizo a lo grande: gol a los 28 segundos tras rematar un centro raso de Álvaro García.

El viento soplaba a favor y las aguas estaban tranquilas, más aún cuando Mollejo se equivocó en una cesión con el pecho y regaló el segundo tanto a Juan Villar. Doblete y festín, pensaría. El Santa Inés cogía buen ritmo, iba en buena dirección y navegaba en un mar con corrientes de lago.

No había indicios de que el choque se pudiese complicar de manera abrupta, pero sí ese runrún en la cabeza de cualquier aficionado vallecano que se repite en todos los partidos: “Cuándo vendrá el error, cuándo vendrá el regalo de cada partido”. Y ese es el bucle de errores que saca de quicio hasta al más optimista.

Tras el paso por los vestuarios el Rayo desapareció. Fernando Vázquez puso en marcha una revolución dando entrada a Santos, Hugo y Emre Colak; le funcionaría a la perfección. En tan sólo 7 minutos los gallegos empataron el partido. Primero, tras un gol de Santos de cabeza y segundo, con un derechazo de Mollejo que le hizo gritar y sacar toda la rabia de su error previo.

No daba crédito Jémez, el Santa Inés se estaba hundiendo en un charco. No había corrientes, no había monstruos, no había nada, pero el Santa Inés naufragaba. Con el paso de los minutos el duelo se igualó y pudo caer para cualquiera de los lados.

Tito la estrelló en la madera pasada la hora de juego y, en el rechace, Álvaro García, solo y con todo a placer, dio una patada al aire. Otra acción para la hemeroteca de los detractores del “fichaje más caro de la historia del club”. Instantes después pudo marcar Aketxe, pero solo en el punto de penalti la tiró fuera. Ambos equipos se llevaban las manos a la cabeza.

El final de partido fue digno de película de Hitchcock. El Dépor remontó gracias a un gol de penalti de Aketxe tras una mano muy polémica de Martín Pascual. El balón parece darle en el costado, pero la imagen deja muchas dudas y en ese mar de incertidumbre, Vicandi Garrido, tras verlo hasta dos veces en ‘la pantallita’ y sin tenerlo claro, señaló los 11 metros. Lo destacable es que Dimitrievski lo paró, pero se adelantó y tuvo que repetirse. No volvió a fallar Aketxe.

Cuando todo parecía visto para sentencia y el barrio madrileño entonaba el luto, el Dépor regaló un penalti, también polémico por un supuesto ‘agarrón’ sobre Qasmi. Hay poquito. Mario Suárez, lleno de templanza y calma, marcó el 3-3 y desató la locura en uno de los partidos más macabros de lo que va de competición.

La estadística dirá que el Rayo no pierde fuera de casa desde el 1 de diciembre (en Oviedo) y que está en plena pelea por el playoff. Pero las sensaciones son de equipo al que otra vez se le ha escapado una victoria como agua en mano. Porque con el 0-2 y tras la primera parte todo estaba controlado, o al menos debía estarlo. No te pueden empatar en 7 minutos. Es ley de fútbol.

La Segunda División demanda veteranía y jerarquía, pero esos son justo los dos grandes defectos del Rayo. Un equipo plagado de talento y fútbol, pero sin ese botón que hay que apretar en los momentos complicados para aguantar partidos. Otra semana más, Vallecas tendrá esa sensación de que sí, se puede, pero no parece. Otra semana, todo por la borda.

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