DE OTRO PARTIDO
Pozo y Comesaña.
Perder contra un candidato al descenso deja la idea de que hay dos equipos: el que juega en casa y el que juega fuera. Hoy, el Rayo volvió a ser ese equipo lleno de dudas y de ausencias y con los cambios hechos tarde. Lo siento si algún lector no está de acuerdo con mi opinión, ya lo recompensaré en algún otro párrafo. Hoy el Rayo fue sostenido por un gran Comesaña y un inteligente Pozo que no tuvieron compañía.
EL REMAKE
Los fallos en las marcas a balón parado.
Los goles del Albacete vinieron por descuidos en las marcas. Fueron como sesiones de los defensas del Rayo. La pareja de centrales estaba haciendo un gran partido, pero algo que está conectado siempre se desconecta y por eso el Rayo es, en definición, un equipo sufridor e imprevisible. La sensación de seguridad no la da jamás. No se pueden encajar dos goles a balón parado en tan pocos minutos.
LO QUE SE LLEVA EL OJO
El gol de Isi, que apareció tan tarde como el gol, y algunas preguntas.
Gran asistencia de Advíncula y otro gran gol de Isi -inexistente hasta ese momento- que permitió soñar con el empate a diez minutos del final. Pero no. El sueño fue pesadilla de otra derrota fuera de casa. El Rayo terminó jugando con el equipo que tendría que haber empezado jugando (excepto Álvaro García, que aunque Antoñín no funcionó, el experimento estaba más que justificado). ¿Por qué Ulloa tan tarde cuando Qasmi tiene menos gol que un portero de futbolín? ¿Por qué darle tantos minutos a Óscar Valentín? ¿Por qué no Advíncula antes? ¿Por qué Trejo casi al final?
EL DIVÁN YA NO ES EL DIVÁN, LA SECCIÓN CAMBIA A MODO OPTIMISTA. PRESENTAMOS:
LA BOTELLA MEDIO LLENA.
La resurrección de Álvaro García.
Cierra definitivamente la consulta; no a causa del coronavirus; más bien a causa de una imposibilidad de los psicólogos de rehabilitar a los jugadores que habitualmente se recostaban en el diván. Esta sección da un giro de 180 grados (el que deberían dar quienes siempre nos visitaron; pero no han dado ni un giro de 90 grados). Por lo tanto, adiós al pesimismo, adiós a los palos. Hola color de rosa, hola a lo que quieren escuchar siempre algunos lectores que se han quejado por las críticas recibidas a varios jugadores. Esta sección no es para todos; es para ellos. Un chute de tranquilidad, vuestros deseos son órdenes. Pero un recordatorio: ni cuando el Rayo gana todos los jugadores lo hacen bien, ni cuando pierde todos lo hacen mal.
Dicho esto, Álvaro García le cambió la cara al equipo. Ha hecho un partido espectacular, el mejor desde que está en el Rayo. Corrió, defendió, puso bien cada centro y solo le faltó marcar (¿O marcó y no lo he visto?). Ha sido, quizá, el mejor jugador del equipo. Demostró que jugando así puede dar mucho al Rayo y ojalá siga en el nivel estratosférico que ha demostrado en el Carlos Belmonte. ¿Contentos, lectores?
EN DEFENSA DE…
De manera tibia, Catena y Saveljich.
Dimitrievski en los goles fue traicionado por sus compañeros. No pudo hacer nada; los defensas, sí.
La pareja de centrales empezó correcta y también las bandas. El problema no es tanto el defender o el atacar: hay errores imperdonables en las marcas. Se notó la ausencia de Velázquez y la de criterio en los centros a balón parado. Los goles fueron regalos que, a fin de temporada, pueden costar más caros de lo que parecen.
Iraola todavía está en el laboratorio. Experimenta, mezcla nombres, no encuentra una alineación definitiva. A veces esto da resultado y a veces, no. Hoy era un partido para ganarlo. Se perdió igual que en Tenerife. Contra un equipo bastante inferior y suplicando que aparezcan las individualidades. De juego colectivo, nada. Lo siento, lector. Así es el fútbol, así es el Rayo y así es El pase corto. Hasta la próxima entrega.