Durante un tiempo pude celebrar los días de San Patricio luciendo mi verde polo de rugby, disfrutando de una pinta de cerveza en cualquier sucedáneo de taberna irlandesa y siendo confundido con un auténtico guiri por mis mofletes rojos al contacto con el alcohol, mi vergüenza con las chicas y mi torpe y rígido estilo al bailar. Cuando encontré mi trébol de cuatro hojas y pasé a formar la comunidad del anillo el ritual se mantuvo en una versión mas modesta y doméstica, camiseta de los Celtics y según la ocasión un botellín de Murphy, Kilkenny, Guiness, Beamish o alguna Irish Cider, manjar isleño.
Lo hice hasta que conocí a Maggie Fitzgerald y Frankie Dunn .
Ella, humilde camarera de barrio obrero, maltratada por la vida y despreciada por su familia puso todo su empeño, orgullo y tozudez en un saco de boxeo para convencer al viejo Frankie, hueso por fuera, noble por dentro, y conseguir una oportunidad en el ring.
El entrenador , tras poner muchas pegas se rindió ante la constancia e insistencia de Maggie, que, con todo y nada que perder, se convirtió en la mejor discípula posible. Frankie puso solo una condición que convirtió en mantra. “Protégete en todo momento”.
La púgil a pesar de ello no lo hizo y tras innumerables KO´s y broncas de Frank llegó a “primera división”.
Allí lo tuvo más difícil, tanto, que tuvo que defender con cinco atrás, jugando en largo, al rechace, defendiendo cerca del área y sacando un puñado de buenos resultados.
Michel lo repetía en cada entrenamiento. “Hay que protegerse en todo momento”. En cada descanso. En cada charla.
Pero aún así ocurrió. Nuestro Margaret Fitzgerald había mandado a la lona al Villarreal con un testarazo de Mario Suárez (0-1), pero , en sus mejores minutos, recordó a Frankie Dunn y su eterno “protegerse en todo momento”. El rayo se encerró solo y mi amigo Dani , resoplando en el descanso, dijo que esa película ya la había visto antes…concretamente en Cornellá-El Prat.
Pero Maggie, testaruda y despistada, estaba disfrutando de la victoria. Y olvidó el principio con el que Michel monopolizó la charla. “Debemos protegernos en todo momento”. Perdió la vista de los pasadores. Perdió la marca de los goleadores. El Villarreal , que no es Billie , la alemana osa azul pero que es un submarino,amarillo, y de cerámica (por eso está tan bajo en la tabla) , martilleó la cabeza con Ekambi (1-1), el hígado y los riñones con el mismo goleador (2-1) y la columna vertebral con Gerard Moreno (3-1) hasta dejar a Maggie, nuestro Rayo, el Million Dollar Baby de nuestros anhelos , tetrapléjico y mantenido con vida gracias a un respirador de diez jornadas.
Todos sabemos que Michel cuidará al Rayo, lo querrá y lo cuidará hasta que llegue el final, cada vez más cercano. Es posible que su dueño quiera que nuestro Frankie Dunn abandone, pero en este proceso, cada vez mas irreversible, prefiero que él se quede lo cuide, lo mime, lo quiera.
Porque el Rayo para él, como para nosotros es Mo Cuishle. Mi amor, mi sangre.