No hay mayor fiesta para Vallecas que la Copa. Esa que embriaga de ilusión y brinda locura. Cómo para no apuntarse, otra vez, tras acariciar la estratosfera la temporada pasada. El rayismo sabe que ‘difícil’ no significa ‘imposible’ y, sobre todo, que no está tan lejos de los billetes a La Cartuja. Este curso, el punto de partida fue Mollerussa, donde un misil de Bebé se vistió de dejá vù y la Kantera, de mensaje. Hay diamantes en las categorías inferiores a las que les vale media oportunidad. Pero hay que dárselas. Porque tienen tantas ganas, que podrían tirar puertas con la mirada. Este domingo fue el mejor ejemplo. Gracias a ellos ganó la Franja, que estará en el sorteo del miércoles (la siguiente ronda, el 21 de diciembre).
Lo hizo con un once inédito y plagado de suplentes. La portería fue para Diego López, segundo guardián -pese a su patinazo en Almería- por delante de Morro, al que muchos reclaman una oportunidad. O una cesión en invierno (un portero con calidad de Sub-21 no puede estar parado). El brazalete fue para Mario Suárez y en sus proximidades, dos ‘chavales’: Diego Méndez y Pablo Muñoz (por el que el Madrid ya ha telefoneado; un diamante).
Bebé, ‘a lo Bebé’
En sus botas estuvo, precisamente, el que pudo ser el primero. Aviso a navegantes de lo que sería un primer cuarto de hora notable: sin grandes alardes, pero dominante y agresivo. El Mollerussa trabajó y sudó, sabedor de que para tumbar a un obrero, hay que picar más que él. Derrocharon empeño, pero sucumbieron ante el obús de Bebé. Falta a 25 metros… y allá fue el cañón. Se la pidió, tomó tanta carrerilla como si fuese a saltar con pértiga, disparó por encima de la barrera y hundió la red. Golazo. Suyo fue el último la temporada pasada (el que hizo soñar con la final en el Villamarín) y suyo, el primero de esta. Es el rey de copas.
Y el Mollerussa, de valentías. Sin nada que perder y un mundo por ganar, los catalanes se echaron al ataque y encontraron su tesoro. Fue una jugada por la banda izquierda, cocinada con un caño y un centro digno de estrella Michelín. A la espalda de Mario Suárez y al hueco con Mumín. Ambos llegaron tarde y Diego López, ni lo intentó. Primer disparo y gol. Creció entonces el runrún franjirrojo, con el que se llegó al descanso tras varios disparos al aire de Camello, que de energía va sobrado, pero de puntería tiene margen de mejora. Un jugador con un futuro enorme por delante y un presente a media madurez.
La Kantera, al rescate
El caso es que en la tensión del empate, quien salvó los muebles fue un canterano, Diego Méndez. Tras un barullo y su consiguiente despeje a la desesperada, el 29 le pegó con el exterior de la bota desde la frontal, poniendo el balón lejos del alcance del portero. Seco, lento, colocado. Es su primera diana con el primer equipo; Vallecas ansía que no la última. Ahí se soltaron los de Iraola, liderados por un juguetón Bebé, que entre regates y arrancadas echó salsa a la receta. Gran partido.
La faena la cerraron varios de los titulares (Trejo, Isi, Álvaro García…), de los que Iraola tiró en los instantes finales para controlar las pulsaciones. Al Mollerussa se le acabó la gasolina de lo mortal -en lo divino creyeron hasta el final, pero no les dio-, y la Franja sentenció: Trejo para Camello y este, a la jaula. Su redención, un gol importante a nivel de confianza. El Rayo ganó. Y el billete a la segunda ronda viajó hasta Vallecas, que volverá a pedir locura el 21 de diciembre. A la primera ronda, invitó su Kantera.