Estuvo casi diez meses el Rayo Vallecano sin ganar un partido fuera de casa. Diez meses de atasco, complejos y dudas; Almendralejo fue aspirina para liquidar la enfermedad. Se vio a un equipo valiente, con garra e infinitamente superior. Se vio a un Rayo aspirante al ascenso. Ante la Ponferradina, ni rastro de ese Rayo.
Todo salió mal desde el principio. Primero con el penalti -o penaltito- de Trejo y Saveljich sobre Kaxe. Es verdad que existe contacto, pero es mínimo y eso deja abierta la puerta del debate. Quien no lo dudó fue Muñiz Ruiz, que señaló la pena máxima. No perdonó Yuri, engañando a Dimitrievski.
Las cosas podían ir aún peor. Saveljich sentiría molestias; entraría Milic y Bebé, en una galopada contra Russo, pisó mal y se rompió. Entró Álvaro García por el extremo portugués, que dejó una imagen realmente preocupante al irse del campo. Justo cuando mejor estaba.
El gol del empate no llegaba. Advíncula obligaría a Caro a hacer un paradón en la más clara de los primeros 45 minutos. Descanso y el Rayo estaba roto.
La segunda parte demostró que las cosas aún podían ir más a peor. Isi amplió la ventaja en el primer minuto tras un error de Trejo en la medular. Definió por el medio el extremo, pero Dimitrievski se volcó muy pronto y no lograría detener el chut. Jémez retiraría a Luna para dar entrada a Piovaccari: todo o nada.
Y sería más bien nada. Isi, de nuevo, marcaría con un cabezazo en el primer palo. Enmudecía Vallecas; era insólito lo que estaba sucediendo. En un aretago final el Rayo dejó destellos. Catena recortó distancias con un cabezazo en el segundo palo. Era el 1-3.
A los pocos minutos tuvo Piovaccari, hasta dos veces, el 2-3, pero estuvo desacertadístimo el delantero. Catena, de nuevo de cabeza, erró a la salida de un córner. Lo intentaron los de Jémez, pero sin acierto. No era el día.
El Rayo cayó en Vallecas cinco meses después y pierde la oportunidad de meterse, provisionalmente, en la zona de ascenso directo. Es la primera derrota esta temporada en casa. El problema no es el perder, sino el cómo se pierde. Y la imagen ha sido desastrosa.
Un equipo descompensado en las basculaciones, roto en defensa, sin apoyos en el medio y sin gol en punta. Se sigue esperando algo de Ulloa y de Piovaccari. No se puede depender tanto de Saveljich en defensa y de Bebé en ataque. Dos jugadores que se han vuelto -demasiado- imprescindibles.
El Rayo se rompió y recordó a su peor versión. Renacen los viejos fantasmas, justo, cuando la gente volvía a soñar en grande. Próxima cita, el domingo, en el Anxo Carro, ante el Lugo.