

Por alto se solucionan las cosas. El Rayo Vallecano encadenaba cinco empates consecutivos, cinco. Casi un trauma en forma de tablas que requería medidas de urgencia. Había que salir de esa espiral, de ese bucle. Y se salió a base de cabezazos.
La primera parte regaló una de cal y una de arena. El Rayo empezó bien, valiente, pero fue de más a menos. El culmen del desastre llegaría con el gol de Luis Milla, que mandó un centro raso dese la derecha al fondo de las mallas; nada pudo hacer Morro, que la roza. El canterano rayista celebró el tanto con efusividad, la imagen, sorprendió.
El Rayo reaccionaría y empataría. Embarba colgaría al corazón del área un balón parado para que Catena, de cabeza, batiese a Ortolá e igualase la contienda. A partir de ahí, la franja despertó. Embarba estrelló un balón con el larguero y Ortolá se lució en un disparo lejano de Tito en el tiempo de descuento. Intermedio.
En la segunda parte, guion similar. Álex Muñoz sirvió la polémica en una falta a Trejo cuando este enfilaba el área canaria. Los rayistas pedían roja; Areces Franco mostró la amarilla. Se salvaba el Tenerife.
La fórmula eran los balones parados y al fórmula no cambiaría. El Rayo encontraría premio desde la esquina: córner al segundo palo, salida desastrosa de Ortolá, que deja la portería vendida y Saveljich, que entra con todo, marcó el segundo y certificó al remontada.
Locura en Vallecas; quince minutos separaban a la franja de salir de la monotonía del empate. Bueno, quince minutos y el descuento, que eso, esta temporada, no es poco. Bajo al batuta de las botas de Luis Milla lo intentó el Tenerife, consciente de que estaba a sólo un gol. Final no apto para cardíacos.
Morro despejó de puños, sin complicaciones, lo que le llegó y se tomó su tiempo en los saques de puerta. El canterano es joven, pero tiene la lección del fútbol más que aprendida. De este deporte sabemos todos. Embarba se lesionaría, dejando su lugar a Álvaro García. El capitán se marchó dejando síntomas de una lesión muscular; esperamos parte médico oficial.
El Tenerife lo intentó pero el Rayo hizo algo que no había hecho nunca en la temporada: aguantó un marcador a favor y supo cerrar el partido. Vallecas festejó, ya tocaba y sonríe en plena crisis. Un atisbo de viento en un desierto que ya sofocaba en exceso.
Los vallecanos duermen en zona de playoff y a dos puntos del ascenso directo. Una situación positiva. El equipo ganó, pero sigue sin hacer un fútbol sensacional. Tal vez esta victoria era más que necesaria en lo anímico. Tal vez hoy se han ganado mucho más que tres puntos. Próxima cita, el sábado, fuera de casa, ante el Extremadura. El Francisco de la Hera dirá si es un espejismo o un despertar.
