
Probablemente el Rayo Vallecano no mereció perder. Seguramente fue mejor que el Getafe… pero con merecimientos no se ganan puntos, y los franjirrojos vieron como los tres puntos volaron de Vallecas con la losa del descenso cada vez apretando más. El gol de Raúl de Tomás y el arreón final no fueron suficientes para contrarrestar los tantos de Foulquier y Akieme en propia puerta.
Álex Moreno, baja de última hora por fiebre; Akieme debutando en Primera; camisetas de apoyo al exgerente del Rayo Vallecano, Jesús Fraile, ingresado por problemas en el corazón (y condenado a siete años de prisión por fraude fiscal entre 2009 y 2011)… Distracciones y más distracciones en una previa que se iba calentando por momentos.
“Siempre estaremos, en las buenas y en las malas“, canta la grada de Vallecas domingo tras domingo. Y uno de los suyos lleva unas semanas pasando mal. Ni más ni menos que el emblema del Rayo, Míchel I de Vallecas. Tocaba responder… y lo hicieron. En el 8, como el dorsal que llevaba a la espalda el mito franjirrojo, elevando su nombre al cielo de Vallecas. “Estamos contigo a muerte”, parecían decir.
Del pozo del descenso se sale estando unidos, y frente al Getafe hubo mucho de eso. Mucha unión, mucha entrega… pero poco fútbol. En los primeros 45 minutos Alberto y David Soria fueron meros espectadores. El guardameta franjirrojo sacó un mano a mano a Arambarri en la única ocasión clara de la primera mitad. El Rayo había dominado más y había llegado con más peligro, pero faltaba algo.
Algo que, en la reanudación, dio la banda derecha. Advíncula, que demuestra cada vez que se viste de corto que es el mejor lateral diestro que ha pasado por Vallecas en mucho tiempo, era un cerrojo atrás y un puñal arriba. Embarba, mientras tanto, demostraba que está para ser titular. De hecho, suyo fue un centro chut que acabó estrellándose en el palo.
En defensa, salvo errores puntuales, el equipo estaba haciendo uno de sus mejores partidos. En ataque, sin muchas florituras, el Rayo era mejor que su rival. Pero eso no es garantía de nada. Y menos cuando se habla de centros laterales. Otra vez de cabeza. Centro de Antunes y remate de Foulquier, solo, para adelantar al Getafe.
La pesadilla no había hecho nada más que empezar. Y más para un chaval que ha mamado rayismo desde pequeño. Sergio Akieme, que debutaba en Primera, marcó en propia el segundo para los azulones. Fue entonces cuando toda la grada aplaudió al chaval y animó aún más si cabe al equipo. Aquí no se rinde nadie. Nadie.
A partir de ese momento, cada vez que Aki tocaba el balón, aplauso al canto. Y en una de sus internadas sacó un centro perfecto que Raúl de Tomás convirtió en el primero del Rayo. 1-2 y la mecha encendida.
Acoso, acoso y más acoso. La afición empujaba a los suyos mientras los azulones paraban el ritmo como podían a base de lesiones finjidas y pérdidas de tiempo. Al final, los de Bordalás supieron jugar con el resultado y se llevaron tres puntos de oro.
