
Equilibrio. Niebla. Transiciones rápidas. Niebla. Álex Moreno cual tuneladora en arena fina. Niebla y más niebla. El Rayo ganó y convenció bajo la niebla en Vallecas ante un Levante que fue a arreones todo el partido. Los goles los pusieron Toño en propia meta y Raúl de Tomás para los locales y Rochina para los visitantes.
No sonaban tambores de guerra, pero como si lo hicieran. El Rayo salió a ganar, con garra, sin especular y sin miedo. Es cierto que el Levante creaba peligro cuando se acercaba (Dimitrievski salvó un mano a mano ante Roger), pero los de Míchel parecía que habían encontrado en el 3-4-3 el equilibrio perfecto. Los franjirrojos llegaban más y mejor. La tuvo Raúl de Tomás, la tuvo Embarba… pero sus disparos se marcharon desviados. Jamón del malo, hasta que llegó el caviar.
La niebla dificultaba ligeramente la visión, pero no impidió a una afición entregada disfrutar de una de las jugadas más bonitas de la jornada. Por aquí no, por allí, y cuando te quieres dar cuenta, caño y desaparezco. Álex Moreno, genio y figura. Morales todavía le está buscando. Posteriormente fue Toño el que introdujo el balón en su propia portería tras el centro del ‘7’, pero eso no empañó la maravilla que acababa de ocurrir en la banda izquierda del Estadio de Vallecas.
El Rayo estaba siendo mejor. En la primera parte, la superioridad fue evidente y, en el inicio de la segunda, más de lo mismo. La tuvo RdT de libre directo pero, cosas del fútbol, el Levante empató en la siguiente jugada. Buen pase atrás desde la parte derecha de Morales y buen remate de Rochina con el interior de lal bota izquierda.
Lejos de achicarse, los locales siguieron a lo suyo. De hecho, al instante, Embarba se encontró con Oier cuando la grada ya cantaba el gol. Y si por algún lado atacaba el Rayo era por la izquierda. Como un cuchillo caliente en mantequilla. Álex Moreno. Vaya destrozo. Por ahí llegó el segundo.
Vertical. Veloz. El ‘7’ penetró por la banda de Coke y puso un centro tenso que rechazó el guardameta dejándole el balón muerto a Raúl de Tomás para meter su quinto gol de la temporada. Se hacía justicia. 2-1.
El partido tenía ritmo, intensidad… y niebla. Mucha niebla. Cada vez más. Tanta que la crónica de los últimos 20 minutos está basada en lo que ocurrió en el campo del Levante. Por el otro no me pregunten. A todo esto, Trejo, que acababa de entrar, rebañó un balón dentro del área y, egoísta, optó por tirar cuando De Tomás estaba solo. La ocasión no acabó en gol y ambos jugadores se encararon cabeza con cabeza en un gesto, cuanto menos, feo.
Finalmente y con un poco de sufrimiento. El Rayo se llevó tres puntos de oro que dejan al equipo a tres puntos de la salvación y un grito en la grada: ¡Sí se puede!
