Laura Teruel (17 de marzo de 2001, Madrid) empezó a jugar a fútbol en el colegio para que los chicos no le hicieran bullying a su amiga y a ella. De corazón rojiblanco, debutó con el Rayo Vallecano en Primera División con 17 años ante el Barcelona. Tras un “Erasmus” en el Madrid CFF B y en el Atleti B, la temporada pasada volvió a su casa para portar el brazalete de segunda capitana de la Franja. Con el descenso de categoría, decidió salir de su zona de confort, pero siempre estará agradecida a Carlos Santiso. Unos meses después, y con la figura de Juan Pedro Navarro siempre en su recuerdo, se enfrentará con el Albacete al Rayo en la segunda ronda de la Copa de la Reina. Caprichos del fútbol.
¿Qué tal en el Albacete?
Muy bien. Estoy bastante contenta, no me lo esperaba. El equipo me está sorprendiendo un montón para bien. Salgo del Rayo Vallecano que para mí era mi casa, mi zona de confort y llego a un sitio completamente nuevo, una ciudad que a priori no te llama la atención y un equipo que el año pasado se estaba jugando el descenso, pero la ciudad es súper acogedora y familiar y el equipo es hipercompetitivo y quiere luchar por estar arriba.
¿Por qué decides irte del Rayo y fichar por el Albacete?
Lo primero por la división y luego, para mí era necesario salir de casa, madurar y sentirme un poco futbolista. Porque en el Rayo estás en Madrid, en tu casa, en tu zona de confort… Tampoco es que te sientas futbolista porque al final es tu rutina. Yo estaba acostumbrada a ir a entrenar y a estudiar. Ahora soy futbolista, me levanto, me cuido, entreno, vengo y descanso. Es una rutina diferente que necesitaba vivirla y cambiar el chip de decir si quieres esto, tienes que esforzarte. Necesitaba salir de mi zona de confort.
¿Cuál es el objetivo del Albacete esta temporada?
Creo que vamos a ser un equipo que va a dar guerra, no un equipo que va a estar con el agua al cuello. Es una imagen completamente contraria a la del año pasado. Somos guerreras que vamos a estar luchando por estar arriba, pero con calma y con cabeza.
“Juan Pedro Navarro ha sido un padre para mí dentro del Rayo. Yo le quería mucho, no me podía creer la noticia”
Has jugado en todas las posiciones de la defensa, ¿dónde te sientas más cómoda?
Es lo que le dije a Miguel Valdés (segundo entrenador del Rayo). El primer día me preguntó qué de qué me gustaba jugar y le dije que me daba igual. Al ser polivalente no te aburres, aunque ahora mismo lo que más me beneficia y donde mayor rendimiento saco es en el lateral derecho. Yo soy diestra, pero me he acostumbrado a vivir con la izquierda. Por ejemplo, conducir lo hago con la izquierda, pero al final, en la derecha tengo recorrido hacia dentro y hacia fuera. Estoy cómoda en todos lados, lo importante es jugar.
¿Cómo empiezas a jugar al fútbol?
Para que no me hicieran bullying en el colegio. Una niña se empezó a meter con mi amiga. La forma que vi para que no se metieran con nosotras fue hacerme amiga de los niños para que me protegieran. Los niños jugaban al fútbol en el patio y pues yo también. Después, mi hermano se apuntó a un club de fútbol y encima mi mejor amigo entrenaba a la misma hora que él y me apuntaron, pero había lista de espera. Tuve que esperar un año más, pero al año siguiente ya jugué. Estuve tres años jugando con chicos.
¿Y después ya con chicas?
Sí. Cuando jugaba con los niños había ido a la selección madrileña. De ahí, hice las pruebas con el Juvenil B del Atleti, me cogieron y estuve un año. Justo, mi hermano fichó por el alevín del Rayo y por comodidad de mi padre (los llevaba a los entrenamientos) me terminé yendo al Rayo. A Laura Torvisco se le metió en la cabeza que yo tenía que jugar en el Rayo B. Hice la pretemporada con ficha juvenil con el B. Ese primer año no jugué nada, pero aprendí un montón entrenando. El siguiente B fue el de Irene Ferreras, y con ella súper bien.
Precisamente, ese año debutaste con 17 años en Primera División ante el Barcelona, ¿qué sentiste en ese momento?
Fue el viaje más largo de mi vida. Flipaba con la Ciudad Deportiva del Barcelona. Estuve todo el partido diciendo que buena es la 12 del Barcelona (Patri Guijarro) y se me giró Anita Blanco y me dije “tú sabes que juegas en el Rayo ¿no?” (risas). De repente me dijo Miguel Ángel Quejigo que me fuera a calentar y luego me dijo “solamente que Bárbara Latorre no corra” y le pegué un pisotón a la pobre y me sentí fatal luego. Cuando acabó el partido nos ganaron 7-0, yo estaba sonriendo por haber debutado y Quejigo dijo “yo me quedo con la sonrisa de esta niña”. Fue súper guay la experiencia.
Además, has pasado por el Madrid CFF B y el Atleti B, ¿con qué te quedas de cada equipo?
El Madrid CFF me ha regalado lo mejor que me ha dado el fútbol a día de hoy, mi mejor amiga, Itziar Pinillos. Además, yo iba a estudiar ADE y Business, pero empecé la pretemporada con el primer equipo, que lo jugué todo. Me cambié de carrera a ingeniería matemática, jugué creo que nueve partidos en Primera y me llevé un montón de experiencias. Luego llegó el COVID y ficharon a Mónica Hickmann.
Yo al final soy muy del Atleti y cuando me llamó María Vargas, sólo quería jugar en el Atleti. Me dijo “tú vas a ser la futura Carmen Menayo” y ella tenía un par de años más que yo, era imposible (risas). Los dos años que estuve ahí fueron brutales. En el último fui la mayor y sigo hablando con Laura Tanarro o Yoli Sierra a día de hoy. De profesional es el mejor club en el que he estado: a nivel de cuidado a las jugadoras, de viajes…
¿Cómo fue volver a Vallecas la temporada pasada y ser la segunda capitana del equipo?
Tenía muy claro que quería volver al Rayo, no quería ningún otro equipo. Mi padre habló con Juan Pedro, y él encantado de que volviese a casa, volvía del “Erasmus”. El hecho de poder transmitir lo que es el Rayo a la gente que venía, porque éramos un grupo muy nuevo, me hizo especial ilusión y espero y deseo que algo se haya quedado. El Rayo no se puede explicar, lo tienes que vivir.
¿Qué representó Juan Pedro Navarro para ti?
Ha sido un padre dentro del Rayo. Subía a su oficina, me metía en su despacho y hablábamos de un montón de cosas. Yo le quería mucho. Con mi familia siempre se ha portado súper bien. De hecho, mi padre el día anterior al fallecimiento habló con él por teléfono. Juan Pedro le dijo que a mi hermano y a mí nos tenía muchísimo aprecio, que nos quería un montón y que ojalá nos fuera todo genial. Me pareció muy bonito. No me podía creer la noticia porque, además, había quedado con hablar con mi padre ese mismo día.
¿Cómo viviste el descenso de la temporada pasada?
Fue duro. Hicimos una segunda vuelta increíble y al final, descendimos en el último partido. Lloré muchísimo, con cada gol que metíamos y con el tercero De Murga me dijo “Teru, que no nos vale” y a mí se me cayó el mundo encima. El Rayo siempre ha estado arriba y ver que desciendes fue un palazo. Veníamos en una dinámica y fue un batacazo.
¿Os faltó apoyo por parte del club?
Al principio, los viajes eran un desastre, pero Santiso empezó a llevarlo todo y todo empezó a ir bien. Yo era una persona con muchísimos prejuicios acerca de Santiso y se lo hemos dicho todas, pero ves cómo se mata con la gente de arriba por nosotras y para mí vale muchísimo más eso que un audio. Él y su cuerpo técnico se han tirado muchas horas y no compensa el trabajo que hacen con lo que luego ganan. Al final, si ellos no estaban pendientes, nadie lo estaban. El club no nos daba gimnasio, la comida estaba regular, redes sociales, viajes, presupuesto…Al final, cuando hablamos con Presa, él ha ido accediendo todo. Es más dejadez que no querer hacer más.
Precisamente, en tu despedida dijiste sobre Santiso “ha sido delegado, entrenador, psicólogo y padre” ¿por qué decidiste escribir esas palabras?
Fue el primero que supo que no iba a seguir. Él me dijo “dime tres equipos en los que te gustaría jugar”, se los dije y él habló con los tres equipos. Antepuso lo que yo quería y necesitaba antes que a lo que a él le venía bien. Al principio no me quería y tuvimos una conversación y a partir de ahí, para arriba. No defiendo el audio, pero a la persona la tienes que conocer y no la tienes que juzgar a partir de un audio. Iba con muchísimos prejuicios, pero le conoces y te calla la boca. Es duro que te tengan una pancarta puesta, recibir mensajes por Twitter, ser padre, psicólogo, delegado, entrenador y trabajar luego en la conserjería. No le compensa, pero él está pendiente de todo. Hay muy pocas jugadoras que él haya tenido que no le quieran.
“Yo iba con muchísimos prejuicios acerca de Carlos Santiso, pero a la persona no la tienes que juzgar a partir de un audio”
Volviendo a ti, y con todo lo que has vivido, ¿qué significa el Rayo para Laura Teruel?
Es mi casa. Es el sitio donde he crecido, pero, sobre todo, es una familia. Da igual quien entre que acaba con la marca Rayo tatuada (tiene un rayo tatuado). Las de mi equipo me han dicho que me van a hacer un murciélago encima de mi tatuaje para el partido.
Te enfrentas al Rayo, partido especial, ¿cómo lo ves?
Antes del sorteo puse una vela para que nos tocara el Rayo. Cuando salió el cruce todas las de mi equipo empezaron “Teru tiene que estar contenta…” (risas). Nosotras lo primero que queríamos era no viajar y de repente sacan la bola del Rayo y no sabes el chillido que pegué yo en mi casa.
Además, es Copa de la Reina, donde sólo puede ganar uno, ¿corazón dividido?
Y es como el año pasado, que en la misma fase tocó un Albacete – Rayo. Espero que vuelva a ganar el Albacete, por mucho que me duela, pero es que a mí me gusta ganar y no me gusta perder ni a las chapas. Toca un partido súper bonito, en el que me voy a encontrar con un montón de amigas contra las que no he jugado nunca, que me gustaba mucho tener en mi equipo, pero enfrentarme a ellas no sé cómo lo voy a llevar. Ya estoy deseando que juguemos.