
Saúl Níguez regresa una vez más a la que fue su casa. Él, al igual que Diego Costa (quien no está asegurada su presencia), vuelve al estadio de Vallecas donde triunfó y se ganó un hueco dentro de la afición franjirroja.
El centrocampista llegó al Rayo con 18 años (temporada 2013-2014) sin apenas experiencia (solo 13 minutos en Primera) con la necesidad de sumar minutos para crecer. Siendo una auténtica incógnita para la mayoría de los aficionados. Pero en Vallecas alcanzó algo más que minutos. El jugador cedido por el Atlético de Madrid fue la gran revelación de aquel Rayo de Paco Jémez y una de las sensaciones de LaLiga. Su poderío físico, su compromiso y su calidad crearon junto a Trashorras uno de los centros del campo más equilibrados del campeonato. Sobre todo en el segundo tramo del campeonato, cuando el equipo reaccionó tras una mala primera vuelta.
El joven futbolista rojiblanco aprendió en Vallecas equivocándose en algunos partidos (Mestalla con un error en la salida de balón); pero su crecimiento a base de minutos le sirvieron para tener una oportunidad en el primer equipo atlético la siguiente temporada.
El tiempo pasa pero los buenos recuerdos siempre se quedan. @RayoVallecano @Atleti pic.twitter.com/YnFhZsiUgm
— Saúl Ñiguez (@saulniguez) February 15, 2019
En el Rayo Vallecano Saúl demostró liderazgo y una polivalencia de la que aún se recuerda su etapa en el conjunto franjirrojo. Paco Jémez le situó durante varios partidos de central, una herencia que aún arrastra de forma positiva cuando su equipo está carente de zagueros.
Saúl jugará por cuarta vez en el estadio vallecano tras su marcha. La última vez con gol incluído. El alicantino anotó el tanto que daba el empate a los rojiblanco en los octavos de la Copa del Rey. El futbolista no lo celebró por respeto a la que fue su afición.
“Por respeto a esta afición, tuve un año muy bueno aquí y lo mejor que puedo hacer siempre que pise este estadio es agradecer y que el chico que vieron crecer aquí, sigue creciendo“, aseguró tras el partido.
Saúl Níguez vuelve al estadio donde se hizo un hombre. Su cariño al club vallecano y a la afición es incuestionable. Un tatuaje en su muñeca recuerda su etapa en Vallecas. Él es de los que no olvidan.
