No desde la cuna, pero casi. Desde benjamines más concretamente. Un rayista de pro que lleva desde la infancia en la cantera del Rayo Vallecano. Ángel Algobia fue uno de los cerebros del Juvenil A de su tocayo Dongil que se quedó a un paso de conseguir la Liga la temporada pasada y, ahora, pondrá su toque y su garra al servicio del filial.
Mediocentro de esos polivalentes, alto y con calidad. Su mejor cualidad es la de abarcar campo. Desde la zona de creación es un distribuidor nato, pero también tiene llegada y un buen golpeo de balón. Además, a la hora de recuperar la posesión, tampoco se esconde. Polivalencia en estado puro.
Tan sólo una temporada en el Alcobendas en Cadete A rompió el idilio Ángel-Rayo Vallecano. Sin embargo, en la actualidad, lleva la franja por dentro como nadie junto a una generación que le ha acompañado en los últimos años.
Como todo futbolista y deportista en general, tiene sus manías. Antes de salir reza junto a un colgante que guarda en el vestuario, lo besa y salta al terreno de juego. Eso sí, siempre el primer paso sobre el verde lo hace con la pierna izquierda santiguándose y dedicándoselo a sus abuelos. A partir de ahí, todo su pensamiento se centra en hacer suyo el cuero.
Este año será a Luis Cembranos al que tendrá que demostrar que es capaz de dar el mismo rendimiento en Tercera que durante su etapa de formación. Sea como fuere, algo es seguro: el Rayo B ya tiene su ángel. El ángel de Ángel Algobia.