Menuda la que tenemos encima. Lo poquito que nos dura la ilusión. Resulta que cada vez que vemos que por fin la tranquilidad va a llegar a Vallecas, nos damos de bruces con la realidad para sucumbir en el mismo estado catatónico que llevamos arrastrando toda la temporada.
Sin ilusión desde Anoeta
De hecho, llevamos un par de temporadas en las que la alegría ha brillado por su ausencia en la Avenidad de la Albufera, y cuya hecatombe explotó hace un año tras la fatídica y maldita derrota en Anoeta. Ese día, del que se acaba de cumplir un año, fue uno de los más tristes de la historia rayista contemporánea. Todos los que allí estuvimos presentes, dignificando unos colores cuya honorabilidad y orgullo no se vieron reflejados sobre el césped, regresamos con dolor, y con una tristeza que inundó con lágrimas una de las vueltas a Vallecas más duras de los últimos tiempos.
Desde entonces, me he cansado de mirar a nuestro Rayo Vallecano, y semana tras semana lamentarme, retorcer la cabeza amedrentado y anegado, con muy pocos atisbos de ilusión. Si algo pudiéramos destacar de este último período franjirrojo es la llegada de Míchel. Don Miguel Ángel ha sido la única pieza que ha sido capaz de encajar en un puzzle cuyas piezas estaban completamente dispersar y ha traído tranquilidad a Vallecas. Y poco más.
Pero tengo que admitir que tras la victoria ante el Lugo y en la previa del partido de Huesca yo era uno de esos ‘locos’ que soñaban con los play off. Pero qué poquito duró la ilusión. Los oscenses nos bajaron de la nube en un abrir y cerrar de ojos y nos pusieron los pies en la tierra.
Golpe de realidad
Una sensación muy parecida a la que he sentido en la previa del partido frente al Alcorcón. No pensando o soñando tan abiertamente con el play off, pero sí al menos con certificar la permanencia. Pero nada, que este Rayo Vallecano se ha empeñado en castigar nuestra moral y golpear nuestros corazones.
El sábado en Santo Domingo no se vio al Rayo Vallecano de los últimos partidos. No era el Rayo de Míchel. No se supo leer ni interpretar el partido, y así nos paso, que volvemos a agarrarnos al clavo del próximo partido en Vallecas ante el Nastic. Confío, espero y ansío una victoria para certificar la salvación de una vez y dar por zanjada esta temporada de ‘mierda’, porque seguir con el agua al cuello hasta el final puede ser complicado.