de NATALIA PABLOS para ALICIA GÓMEZ
Han sido más de 15 años a tu lado y si tuviera que detenerme en cada uno de los momentos que hemos vivido juntas no podría dejar de escribir letras, ya que nuestro viaje aún no ha terminado. Sólo has dejado el fútbol, pero ahora nos espera una vida.
Si echo la vista atrás, el primer recuerdo que me viene a la cabeza es verte sentada en la parte de delante de aquel bus de la Selección Madrileña donde pasamos horas incalculables y recorrimos kilómetros infinitos. Recuerdo a aquella portera que venía del Alcobendas, tímida, callada y que iba siempre con sus cascos. Sin embargo, yo siempre tenía un hueco en esos viajes para sentarme a su lado a charlar con ella e intentar aprenderme el nombre de su pueblo, que por aquel entonces a mi me sonaba a chino y que hoy en día es como mi casa, Fuente el Saz.
“Has dejado un legado que está al alcance de muy pocas jugadoras y debes sentirte orgullosa de todo lo que has conseguido”
Pasaron los años, después de enfrentarnos en varias ocasiones y de meterte algún golito, te convertirías en la guardiana de la portería de un Rayo que poco a poco empezaría a crecer al igual que empezó a crecer nuestra amistad. Llegaste de la mano del otro punto de nuestro triángulo, Pilar Parra, y las tres empezamos a construir la historia de nuestras vidas. Ali parando balones y trayéndose en infinitas ocasiones la pared de casa, Pili con su garra, su empuje y su multitud de heridas tapadas con Linitul para evitar que llegaran hasta ti y Nata, con sus goles y en algunas ocasiones su “mal genio” con los árbitros que tantos disgustos trajo.
Durante todo ese tiempo y sin saber muy bien cómo, fuimos haciéndonos inseparables tanto dentro como fuera del campo. Cómo lo de fuera del campo, algunas cosillas no se pueden contar (la mayoría sí), me centraré en todo lo vivido en el césped que ha sido increíble.
Ganamos, perdimos, luchamos, discutimos, lloramos, reímos, compartimos…y así, una larga lista que nuestro Rayito nos ha hecho sentir. Lo más bonito, sin duda, la Copa de la Reina y las 3 Ligas, pero para llegar hasta ahí han tenido que suceder muchas cosas. Recuerda esos entrenamientos interminables en el Pozo, donde incluso nos apagaban la luz, todas y cada una de las pretemporadas en la que íbamos juntas corriendo al final del todo contándonos qué tal había ido el verano, cuando nevaba y sólo nosotras en todo Madrid cogíamos el coche para entrenar, todos esos fallos y aciertos que nos han hecho coger experiencia, seguridad y confianza, todas esas habitaciones que hemos compartido donde yo siempre elegía la del lado de la ventana, pero sobre todo todos esos momentos malos en los que nos hemos apoyado y nos han permitido forjar esta amistad que tenemos hoy.
Me marché a Inglaterra y te convertiste en la capitana del Santa Inés, consiguiendo que ese barco no se fuera a la deriva con tu lucha, tu entrega y tu amor a esta franja, que tanto nos ha dado. Regresé y todo volvía a la normalidad, tú en la portería y yo casi en la de enfrente volviendo a vivir momentos increíbles, que sólo un Club como el Rayo te permite vivir.
Hace 2 años, fue mi momento de decir adiós y ahora ha llegado tu momento. Has dejado un legado que está al alcance de muy pocas jugadoras y debes sentirte orgullosa de todo lo que has conseguido, de cómo te has convertido en un referente para las más pequeñas y de cómo el rayismo siempre te va a recordar, ¡como SU CAPITANA!
Conociéndote, lo ves como un abismo, pero habiéndolo vivido yo antes, te digo que ese abismo, en nada de tiempo, se convertirá en un camino que tendrás que ir construyendo poco a poco y que te traerá cosas maravillosas. Lo echarás de menos, pero hemos dedicado una vida al fútbol y ahora toca vivir y disfrutar de otras. Pero para mí lo realmente importante, es que hagas lo que hagas, yo estaré por ahí cerquita. Para mí no es un adiós, por eso sólo puedo decirte…
….CONTINUARÁ.