Ya están aquí. La frase puede ser leída con la entonación neutra de la ya jubilada Ana Blanco, presentadora del informativo de la televisión pública o la que se puede escuchar viendo Poltergeist, uno de los mejores clásicos del cine de terror de finales del siglo XX, revisitado recientemente.
El Rayo Vallecano quiso quizá emocionar a Spielberg, autor la historia de la cinta mencionada y cayó derrotado en Mendizorroza por el Deportivo Alavés por un gol a cero.
Si en anteriores fechas el club de la franja protagonizó la tragicomedia “Esta casa es una ruina” , la acongojante “El silencio de los Corderos“, o unido a la administración regional “Godfellas, uno de los nuestros“, sus jugadores y de rebote su técnico, han sublimado de modo excelso la fabula de Esopo adaptada por Samaniego “La liebre y la tortuga“.
Félix María de Samaniego, alavés de nacimiento para mas inri nos dejó mil imborrables fabulas pero a uno le gustan especialmente dos.
En “El escorpión y la rana” el animal al que hizo famoso René Higuita en Wembley pidió posarse encima de la rana para cruzar el río. La rana, desconfiada, le preguntó “¿como sé que no me vas a picar?”. El escorpión, puro sentido común afirmó “nos ahogaríamos los dos”. La rana aceptó, y a mitad del río el escorpión picó a la verde que asustada le dijo “¿porqué lo las hecho?”. “Es mi naturaleza”, sentenció el escorpión.
No puedo confirmarlo, pero creo que la conversación entre Pacha Espino e Íñigo Pérez en el descanso debió ser similar a la fábula narrada. Corría el último tercio de la primera parte y el partido se encaminaba al empate sin goles. En ese momento Isi perdió un balón tras meter su trasero y ser anticipado por un rival y la pelota llegó a Antonio Blanco. El mediocampista vio un espacio libre en el costado derecho de su ataque similar a la pradera de San Isidro y a su compañero Gorosabel correr libre de marca. Solo vi algo igual leyendo como corría la carroza de Asís Taboada seducida por Diego Pacheco en “Insolación” de Emilia Pardo Bazán (féliz día y feliz obra, mujeres). Encontrar a Espino y De Frutos en la acción de cierre fue como tratar de encontrar a Wally en uno de esos cuadros imposibles. El canterano “txuriurdin” llegó tan solo que pudo anotar su primer gol en primera con una cuchara digna de Junior, Cafú, Wirtz, Raúl o Radamel Fal...sapristi. (1-0).
Íñigo Pérez mandó al banco al “escorpión” Espino para dar entrada a Chavarría y pareció dar con la tecla cuando introdujo a Miguel Crespo en el verde. Durante los cinco minutos siguientes la franja tuvo otro aire bajo la batuta del portugués pero en otro inexplicable “Poltergeist” sus compañeros le ocultaron la pelota. Miguel, todo chispa, clase, movimiento y energía se contagió de sus compañeros quedándose sin ideas con el balón en el balcón del área vitoriana.
El técnico navarro buscó como su antecesor en el cargo agitar el árbol con lo que tenía en el banco. La entrada de Camello, Falcao y Bebé fue entendida como amenaza por los locales y el paso atrás fue aceptado de buen grado por el Rayo para al menos intentar el empate. Lo tuvo con un remate postrero de Isi que contuvo Sivera. El rechace del arquero que Falcao mandó al larguero en la misma jugada demuestra que cuando no es el día ni Radamel es capaz de embocar una pelota que el delantero del Benjamín B metería con el muslo.
La segunda parte del equipo franjirrojo fue un “quiero pero no sé si puedo” que vivió en carne propia “la liebre y la tortuga“. La liebre se durmió pensando, aún agotada, que ninguna de la media docena de tortugas que la perseguían de punto en punto cada dos o tres jornadas la alcanzarían. Solo la azul celeste y la amarilla quedan detrás (en el momento de esta redacción) pero doblan en velocidad a la liebre, coja de ambas piernas, muerta de alma y con un corazón maltrecho.
En clave de humor podríamos decir que si lo del Rayo fuera un guion de televisión sería un “sitcom”. Primero se llamaría “Aquí no hay quien viva” y después “Lo que se avecina”.
Pero es un drama.
Pues eso.