Mediados los estudios universitarios me di cuenta de que aquello no era lo mío. Corría 1997 y en los cines podía verse “Airbag” de Juanma Bajo Ulloa. En ella se veían cosas tan disparatadas por entonces como que el Lehendakari (presidente del gobierno vasco) era negro. Los tiempos cambian a mejor y quien sabe si tras la final de Copa del próximo sábado los bilbaínos no solo sacan la gabarra a la ría sino que proponen a los hermanos Iñaki y Nicolas Williams como candidatos en las próximas elecciones.
Debemos decir, por desgracia, que también hay muchas cosas que van a peor. Algunos en Euskadi se resistirían a que los delanteros vizcaínos pudiesen postularse (que se lo digan a Cheikh Sarr y al Rayo Majadahonda).
Con veintidós años era normal no tener claro el futuro. Tampoco era habitual tener vivienda propia ni trabajo estable.
Los 30 ahora son los nuevos 20 y las perspectivas son al menos inquietantes.
Íñigo Pérez, treintañero prometedor, presentó, condicionado por las ausencias, un once original e inédito pero interesante por incisivo y ágil. En la zaga destacaban la presencia del León de Teranga Ciss junto al Estrella Negra Mumin. En los costados Chavarría le volvió a ganar el puesto a Espino y Balliu mantenía el suyo. En el medio se consolidaba la idea de darle la derecha a De Frutos para liberar a Isi en el enganche y conectar con el vivaracho Camello.
Los planes del técnico navarro se pudieron bendecir cuando sus peloteros casi repiten la acción del 2-0 ante el Betis. Balliu saca de banda al área, Álvaro que hace una diagonal descarga para De Frutos, Jorge mete un centro-chut al centro que llega a Isi tras un mal despeje del zaguero celeste. Palazón controla y de derechas, a bote pronto, la manda por encima del arco.
La picardía es una virtud en caso de necesidad y Álvaro García tiene en ella un máster. El 18 se adelantó a las intenciones del medio del campo vigués, robó una pelota en el medio y su carrera fue frenada en el balcón del área local.
La tercera carrera a fondo del insustituible terminó en molestia, dolor, temor, terror y cambio. Álvaro se había roto y con él gran parte de las posibilidades de éxito del Rayo Vallecano. Entró Ratiu y el cambio de cromos y de ocupación de espacios restó amenaza al Santa Inés y liberó a los celtiñas que se dispusieron a atacar sin temor la puerta de Dimitrievski.
En una de esas Strand-Larsen remató al poste y cuando el balón entraba en la meta Dimi sacó un pie milagroso que nos llevó mentalmente al Soccer City de Sudáfrica en julio de 2010 .
Los de Pérez (Íñigo) vieron como triunfaba el sol y llegaba el descanso.
Como el cielo, el partido pareció abrirse en el segundo tiempo (pero poco).
Espino, sustituto de Chavarría disparó algo forzado. De Frutos llegó sin mordiente, la puso para Camello y Sergio desbordó y puso el balón al centro del área donde faltaba… el delantero centro. En dos minutos otra llegada, un córner y otra sensación.
El Pacha estuvo a punto de hacer el gol de la jornada intentando sorprender tras un robo de Isi discutido por la grada. La afición se calentaba por el sol y con el árbitro.
Minutos de correcalles, Iago haciendo “aspa-vientos” (perdón) y cambios importantes. Para el Rayo entró Bebé y para el Celta Jailson y Carles Pérez. El movimiento de Giráldez no pudo ser más acertado. La falta, lateral, muy lejana, fue colgada por Mingueza y rematada a gol por Jailson. Hernández Hernández, un gol menos para los locales en Canarias, señaló falta y Oscar Valentín, capitán rayista en buenas y malas salvó a su compañero Balliu. El 23 debió sospechar que el recién incorporado le comería la tostada al catalán y cayó al notar el empujoncito de Domínguez. El trencilla de Lanzarote lo vio y fue firme en la señalización del castigo pese a la indignación reinante en la carretera de Balaídos.
El Rayo capeaba bien los vagos intentos del Celta e intentaba llegar con remates como uno, original de Isi. Para el arreón final los celestes pusieron a Douvikas en la cancha y los franjirrojos a Pozo y Crespo por Oscar e Isi.
Poco antes Tapia quedó sordo tras los gritos de su estadio. Su remate, claro y libre de marca en el centro del área se marchó desviado.
Douvikas puso un nudo en la garganta de los rayistas por su cabezazo pegado al palo.
Los visitantes eran ácidos, agrios en su defensa y los locales simplemente, sosos, como el trago que supone hacer la crónica de un 0-0.
Quiso sacarme del trance Bebé con uno de esos golpeos suyos, esta vez de zurdas que puede ir a puerta o a la grada. Esta vez fue saque de banda.
Fueron estos, los minutos finales, en los que los fabricantes de marcapasos se la suelen jugar, los que plantearon la necesidad de nuevas condiciones para la garantía de dichos aparatos. Primero Carles Pérez pidió algo en un choque con Espino. Después Aspas reclamó penal en la acción de Alfonso para evitar modo ruleta rusa el gol del de Moaña. Finalmente Pérez estampó una dejada de Aspas en el larguero y el rechace, milagrosamente no golpeó en el normacedonio.
Empate final y treinta puntos, treinta, en el casillero del Rayo. Los 30 son los nuevos 20. Ilusión pero inquietud y muchas vueltas a la cabeza y al bolsillo para que cuadren las cuentas, esta vez, claras. Treinta puntos en treinta partidos. ¿Alcanzarían los 38 en tantos partidos para salvar la categoría? El tiempo lo dirá.