“El espectáculo debe continuar” (La frase se la podemos dar por buena desde a Freddy Mercury hasta a Paco Jemez pero en los últimos tiempos no a Francisco,vaya).
La juventud y sus “Out of context” pueden ser maravillosas. Mientras en casa se producía una discusión estéril sobre si ver Operación Triunfo o la segunda parte del Rayo Vallecano en la televisión (ellos ganaron,por supuesto) mi primogénita presenció íntegramente el Rayo Vallecano 0 Celta 0 en el templo franjirrojo.
Al monitor del ordenador de sobremesa (aún quedan) llegaba la señal de video del choque,a mis oídos el audio a través de unos cascos que ni el butano y a mi mente la idea de que ella, amiga de sus amigos, disfrutaba como solo se hace en Vallecas de un bodrio infumable.
El plan era hacer de cicerone de los amigos norteamericanos de un amigo deseosos de disfrutar la experiencia de ver a la franja. Paseo hasta el campo y préstamo de bufanda por parte de este plumilla en, como diría Fidel Castro, mi penúltimo servicio al imperialismo yanqui, era toda nuestra aportación, pero hubo una ausencia y claro,una entrada para ver a nuestro equipo no se desdeña, ni aunque te apetezca más ver la gala de OT como era su caso,pobre.
Los incautos muchachos llegaron ilusionados de ver al divino calvo, al zurdo ultrasónico, al eterno capitán o al goleador deseado con la ilusión de Gabino Diego en “Amanece que no es poco “, pero se enamoraron de la cancha, del sentido aplauso de la grada a Antonio Castilla (los héroes no siempre tienen los superpoderes que pensamos), del ambiente de barrio,pero no del juego ni del estilo (gente de bien,proclamo).
Tras unos cuantos “uys” al inicio, la mirada de los jóvenes en viaje de intercambio para dominar el mundo fue virando,curiosa hacia mil lugares y alejándose del balón. Hasta ellos conocían a Iago Aspas y fliparon con la nueva ocupación de su entrenador, el legendario Rafa Benítez contratado por el Celta como enterrador del príncipe de las bateas.
Mi hija, más rayista por vecindad que por devoción se afanaba en resolver todas las dudas planteadas por sus invitados, pero se acordó de la gala de OT cuando los zagales le preguntaron porqué el 7 no metía golazos, el rapidito no lograba centrar y el delantero se alejaba del punto de penalti.
En esas estaba su cabeza cuando RDT remató a gol y solo el palo y el arquero (como si fuera poca cosa) evitaron el tanto. La gente se vino arriba y abajo en un segundo en una imagen solo vista en el meme de la declaración de independencia de Cataluña negada un segundo después.
Mi hija me preguntó vía WhatsApp porqué demonios Francisco cambió a De Tomás cuando por fin era Raúl y no los Kings of Spain (escuchen a Tears for Fears y lo entenderán).
Luego me preguntó en su segundo de rayismo quien era el melenita guaperas que salía a la cancha con el 6 y yo le contesté “no hay nada más triste que el talento malgastado”. Su “¿ein?” de manual ante la frase tomada prestada de De Niro en “Una historia del Bronx” fue contestado con un “era el chico del Cola Cao que salía en la tele con el estibador de Maffeo” Ahhh. José Pozo era, ¿no? ¿ese no era muy bueno y le metió un golazo al Barça? Sí pero entonces el Barcelona nos ganaba. Ahhh.
Estuve tentado de votar para salvar a Omar que, cantando a Sabina fue lo único más triste en la tele que ver el quiero y no puedo de unos jugadores que, diluidos por su técnico vieron que Bebé era incluido en la cancha de nuevo “para ver qué pasa”.
Por esfuerzo, interés y empuje yo le hubiera dado dos puntos y medio al Rayo y medio al Celta que se presentó en Vallecas con la intención de hacer MVP a Fran Guaita, convertir en marrullero al buen Strand-Larsen, en líder a Renato Tapia con lo que eso implica y a Fran Beltrán en Calimero regresando a casa para ser sustituido un cuarto de hora después por Dotor, el único jugador del mundo con un apellido sacado de un monologo de Chiquito de la Calzada.
En fin, que gracias a mi hija le he sacado unos párrafos al partido y podré pedirle al director una entrada para el intersemanal, último partido del año Rayo-Valencia, en horario tan absurdo que el único que podrá ir al campo seré yo.
20 puntos, botín digno, distancia al descenso cómoda y sensación de bostezo convertible en temor con un par de derrotas más.
No, no he escrito la crónica con un orujo en las manos, es que no pude sacarle más.
PD: El viernes, Osasuna. ¿Y si les pedimos la vuelta de Alejandro y el regreso de Aridane a Pamplona? Otro chupito. Salud.