En 1929 no había televisión ni derechos audiovisuales en el fútbol pero sí existía la ambición y la avaricia.
Al Racing de Madrid, club chamberilero, se le había quedado pequeño su campo en General Martínez Campos y decidió, crédito de 800.000 pesetas mediante, comprar unos terrenos en el antaño pueblo de Vallecas donde construyó el Estadio Puente de Vallecas. Ya existían tanto la estación de metro de Iglesia como la de Puente de Vallecas pero no la de Portazgo, estrenada en 1962. Aquello fue un desastre. La lejanía entre un lugar y otro y los varios centenares de metros entre la estación del suburbano y el estadio, que ahora son la pesadilla de buena parte de los corredores de la San Silvestre Vallecana, se hicieron un mundo para parte de los aficionados del Racing que comenzaron a alejarse del equipo. Fue el principio del fin del Racing , cuya historia pueden leerla en “El último gol apache” de José Manuel Ruiz Blas o escucharla en el Podcast “Brazalete negro”.
A Vallecas lo quieren matar y mientras su presidente acaricia un gatete la afición del Rayo se resiste y protesta como siempre, ignorada por su propietario.
Un descenso a segunda quizá sería el primer paso para repetir la historia, pero mientras algunos sueñan con torres otros se rebelaron en la cancha y al fin dieron a su afición una “furiosa alegría”.
El Rayo Vallecano derrotó al Real Betis por dos goles a cero y se da un respiro antes del parón de selecciones. La franja no ganaba en casa desde verano y estuvo a punto de llegar a primavera sin hacerlo por lo que la sangre ya estaba alterada.
El arranque del partido no fue demasiado prometedor. Pronto el Betis intentó coger la espalda de la zaga local a través de Ayoze. No lo consiguió ni un remate desde el costado derecho ni con un intento de chilena desde el centro del área.
El balón era cuadrado para la franja y le era imposible mezclar tres pases con ese cubo de Rubik, pero no se rindió y amasó la pelota hasta convertirla en una croqueta. El esfuerzo de todos por recuperar a RDT por parte de todos fue loable y en solidaridad Pezzella, zaguero bético, regaló una falta en la frontal para que Raúl lo intentase. Demostró una potencia de la que pudo dar fe Guido Rodríguez, víctima del pelotazo, pero no logró el objetivo.
El Rayo, con oficio pero sin beneficio, fue equilibrando el partido y se acercó a Rui Silva con una llegada de Álvaro García. Pudo ser la antesala de la tragedia. Unai López duda con el balón en su propia área, pierde la pelota y Fekir termina estrellando el cuero en el poste.
Pasaron los minutos entre una ensalada de patadas, codazos y golpes muy propios del pendenciero Racing de Madrid pero no demasiado del Rayo ni de Fekir, que se puso las botas. A punto estuvo William José de ponérselas tras el pase de Ayoze, pero no logró rematar.
La croqueta por una vez se hizo balón y los de Iñigo lograron lo buscado. Una combinación coral de la franja llevó el cuero al borde del área donde tras la pérdida aparecieron las constantes vitales del Rayo de anteriores campañas, presión, robo, combinación entre Álvaro e Isi y… falta. Pezzella dio una segunda oportunidad a los locales que esta vez se dejaron de zarandajas.
Cuando toma la pelota Lejeune al borde de la zona de castigo rival se hace una especie de silencio reverencial. “In Flo we trust” piensa la hinchada vallecana. El parisino no engaña a nadie. Coloca la pelota, mira al arco, da tres pasos atrás como si fuera el zaguero del quince del gallo de rugby en el Parque de los Príncipes de su ciudad y golpea al balón con violencia desmedida. Las manoplas del arquero del luso fueron ilusas, inocentes y no pudieron con el show de Flo. (1-0).
Éxtasis en la grada y templanza en el verde fueron las recetas ideales para que la ventaja llegara intacta al descanso.
La segunda parte fue otro partido.
El inicio, la repetición de lo ocurrido en el primer acto, un espejismo. Los visitantes intentaron cercar el área de Dimitrievski y los locales mantuvieron el orden y recobrada la confianza, lograron jugar más fluido.
Nunca un cambio de un entrenador dio tanta ventaja a su rival. Apareció en la cancha Isco, recuperado de una lesión para abanderar la reacción verdiblanca y aquello se convirtió en un mar abierto para que la armada franjirroja navegara con espacios. Las conducciones del malagueño no aportaron demasiado y solo un mal control de Isi tras la arrancada de Álvaro García evitó males mayores para los de Pellegrini. Fue el canto del cisne del 18 local que agotado, dio paso junto a RDT a Ciss y Camello.
Fueron los siguientes buenos minutos del Rayo que logro alejar a los béticos de su campo con presión, oficio y alguna contra peligrosa. Camello tuvo el segundo, pero su disparo, potente, fue esta vez rechazado por Rui Silva.
Ya estaba en la cancha Espino para dar cobertura a un Isi cansado, y alojado en el costado zurdo.
Era el momento del Rayo que empezó a manejar los tiempos. Primero fue la “lesión” de Dimi que arañó unos segundos. Luego el aplauso general ante el aviso de que Ratiu y Trejo se quitaban el peto. Después la queja permanente de Isco ante el árbitro “no me dejan jugar, profe” y finalmente la entrada de los dos citados. Lo primero que hizo Trejo en la cancha fue dar un gol sin tocar la pelota. Balliu saca de banda al área, el Chocota deja pasar el balón entre sus piernas, la pelota llega a Camello que remata y aprovecha el rechace del zaguero para anotar con clase el gol de la paz y de la euforia. (2-0).
El estallido de emociones de Trejo demostró una vez más que su corazón fue atravesado por un Rayo. El de Isi el de un corazón que sufre pero no se rinde y el de la grada que quiere a su equipo, a su técnico y a su estadio.
Los veinte minutos finales, desde el 80 al 100 fueron una fiesta local y un quiero y no puedo visitante de un Betis pleno de talento y potencial pero que como casi siempre se queda a medias.
El Rayo se distancia en nueve puntos del Cádiz que marca el descenso y tras el parón de selecciones visitará Balaídos para mantener su colchón ante otro centenario, el Celta, que pretende exactamente lo mismo.
El estadio de Balaídos fue inaugurado en 1928 y está en proceso de reforma y modernización que posiblemente comience su última fase a finales de 2024. ¿Les suena? ¡Qué envidia!.