Hay lugares donde la gente se queja de todo. Cuando los suyos ganaban, es que no jugaban bien y cuando pierden que si hace falta más talento,gambetas, más arte, que si el fontanero debe hacer elásticas y el artista sellar fugas de agua. Un rollo todo.
El Rayo Vallecano, partido a partido, es la naturalidad de lo cotidiano, el zapatero a tus zapatos, la maravilla de la madurez y la sensatez de los que trabajan con chándal y botas por allí.
Hubo épocas en las que el Rayo se convirtió en Fortu y daba espectáculo. Podía “estallar el Obús “o un triple carpado en la piscina, pero eso de estar siempre al borde de precipicio… fue bonito mientras duró.
El equipo franjiblanco,ayer con banda sonora original de Joe Cocker y su “With a Little Help from.my friends” derrotó al Real Valladolid en Pucela con una sencillez maravillosa, con regocijo final y con una sensación de equipo que sólo puede arrojar orgullo y satisfacción, una sensación real.
La igualdad pudo romperse en un capítulo más del serial “Manco de Lepanto, los penaltis y las manos,qué espanto” . Le tocó la china al Pucela y allá fue Isi, Trejo en el banco a lanzar. La parada de Masip fue buena,y la ovación aliviada de la grada llegó hasta Las Rozas de Madrid. Allí se conformaron con mirar si el portero se había adelantado. No lo había hecho y ciertamente, Pacheta, tipo de los buenos no se merecía sufrir porque al menos dos de sus jugadores se metiesen en el área. Ese debió de ser el razonamiento que permitió al conjunto blanquivioleta salvarse de la repe.
En la segunda parte el partido sólo podía mejorar. Los locales, apurados, tenían que proponer y al Rayo le bastó con ser el Rayo para llevarse los tres puntos.
Weissman, delantero israelí y ejemplo de jugador contratado en base a las estadísticas métricas del juego que ofreció en su equipo de origen, pudo adelantar a su equipo pero le faltó ese puntito de delantero de primer nivel, controló regular, tuvo que escorarse y dar un pase a nadie que fue el final de su equipo.
La jugada pidió un pase largo de Lejeune,hubo pase del francés, la acción requería una peinada de Santi, y Comesaña ganó el duelo para eliminar rival, lo suyo era una apertura de Trejo, ya en cancha y este lo entendió a la primera. Allí estaba Álvaro García que caracoleaba,fintaba, hacia dudar al defensa y amagaba hasta encontrar la mejor opción. La encontró, claro. Isi Palazón, llegó, vio, y tras pagar derechos de autor a Messi resolvió seco y pegado al palo.
Contraataque de manual, lo llaman los cronistas. Acción de equipo trabajado dicen otros. Un gol de los que hacen los que entrenan, trabajan y hacen lo que el entrenador dice y para lo que el talento les da, simple y llanamente.
Los locales, presos de melancolía y desesperación, mi serenidad se vuelve locura y se llena de amargura ya no puedo más, ya no puedo más, siempre se repite la misma historia vivieron así y murieron de amor quedando con el alma herida.
El rincón vallecano del José Zorrilla tiró más de la vida pirata viendo a Falcao hacer controles de nivel mundial y demostrar su experiencia, a la zaga haciendo de defensa, a Oscar Valentín estando en todas partes, a Trejo no salirse del papel para el que está patentado, a Álvaro el siniestro, a Santi con uno de esos días que te reconcilian con él y a Isi demostrando que el rojo le queda bien y quizá algún lleve una camiseta de tal color sin franja.
El Rayo es, con todo lo que justo tiene encima, el milagro de lo cotidiano, de unos jugadores y un equipo técnico que trabaja para ganar, sin más alardes que los del talento de sus jugadores.
Son felices y empiezan darse cuenta.