La Copa del Rey es una competición que siempre ofrece sorpresas e ilusiones. Desde aficiones que viven un partido histórico, desde pueblos o pequeñas ciudades que son una fiesta por recibir a un grande del fútbol español, o desde terrenos de juego peculiares.
Así fue el caso del Rayo Vallecano. El conjunto franjirrojo se midió al Lugones en la primera ronda de la Copa del Rey, y como suele ser costumbre, le tocó hacerlo en un terreno de juego diferente al habitual al que está acostumbrado. En este caso fue el césped artificial del Estadio de Santa Bárbara.
Los jugadores rayistas tuvieron que utilizar un calzado distinto, sustituyendo los tacos de aluminio por unos de plástico para adaptarse a las condiciones de un terreno de juego, que no tuvo queja alguna. Es difícil ver un césped artificial mejor que en el que juega en Atlético Lugones. Estaba impecable.
La adaptación por parte los nuestros fue rápida. El terreno de juego estaba húmedo gracias a la humedad y el esférico rodó muy rápido, lo que fue un claro punto a favor para el Rayo Vallecano. En la segunda parte, el balón rodaba menos, pero el encuentro ya estaba resuelto.
Este próximo martes, 7 de noviembre, el Rayo Vallecano conocerá su rival en la segunda fase de la Copa del Rey, y no solo importa el calibre del adversario, sino también su feudo.