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Athletic 3-2 Rayo Vallecano: ‘El morir de los valientes’

Fue como el mito de Orfeo y Eurídice: qué cuento tan bonito y qué final tan triste. La historia de un Rayo Vallecano tan valiente, que saltó a la jaula de los Leones dispuesto a demostrar que para colmillos, los del felino de Nevir. Iraola, en un claro homenaje a Regreso al Futuro, decidió jugar ante la que algún día será -volverá a ser- su afición a corazón abierto. Sin cañones ni trincheras. De hecho, sin armaduras. Ambos propusieron la guerra más presurosa y el resultado fue un partido abierto, loco tirando a demente. A la media hora se superaba la decena de disparos y al descanso, ya había cuatro goles. La Franja se adelantó, rozó la lotería en varios boleto y acabó en la quiebra más absoluta. Jugó como nunca y perdió como a veces. Víctima de los Williams, que marcaron en un mismo partido por primera vez. En el oficio del correcalles, son doctores.

Salió el Rayo con el mismo equipo que tumbó la pasada jornada al Valencia. Uno que ya se podría considerar el once tipo para la presente, porque es casi un calco al de la pasada. Lejeune en defensa (a Mumin le toca remar), el dúo Valentín-Comesaña en la sala de máquinas y arriba, mientras dura el forzoso periodo sabático de RdT, Camello. El canterano del Atlético, citado esta semana por la Sub-21 (como Morro), sigue demostrando que a expensas del retorno del hijo pródigo, él tiene mucho que decir. De desparpajo, energía y pólvora va sobrado. Falcao tiene un problema y dentro de poco, dos. El ‘problema’ es que Iraola, tres. Con el intocable 4-2-3-1 dibujado sobre el césped de San Mamés, la Franja apostó por morder como si fuese una final. No se podía ser más valiente; no se podía ser más el Rayo.

El problema es que esa vena de valerosidad, poco a poco, fue tornando en la locura. Y confundir esos conceptos es firmar media carta de ejecución. Trejo, a los 5 minutos, hizo soñar: Camello le robó la cartera a Íñigo Martínez, entró en el área y dio un pase de la muerte hacia el Chocota, que de primeras la mandó a la red. Parecía un golpe sobre la mesa pero fue un espejismo. Porque a los pocos minutos empató Williams, autor de un control orientado espectacular para ganarle la espalda a Lejeune y plantarse ante Dimi. Marcó por el primer palo, con una definición sutil. Ahí el Rayo todavía latía y el corazón casi se le salió del pecho con un zurdazo de Isi, el mejor de los franjirrojos, al larguero. Le pegó con el interior desde la corona del área e hizo el silencio donde el silencio está prohibido.

El problema es que después, empezó el vendaval. Sancet, apareciendo por detrás y ganándole la medular a los cerrojos de Iraola, remató totalmente solo un centro raso en el punto de penalti. Llegó tarde Comesaña y no yerró el ‘invento’ de Valverde. Seco y al segundo palo. A esas alturas el Rayo estaba jugando con una velocidad de vértigo y una defensa adelantadísima. Pero demasiado. Ahí residió el principal problema: confundir la valentía con la locura. Porque ante un equipo con balas como Nico Williams, dejar tantos espacios a tu espalda es pedir a gritos un pase en largo y un mano a mano. Dicho y hecho. Nadie pudo seguir al pequeño de la camada, que ante Dimitrievski definió con la zurda al palo largo. Descanso y 3-1.

Iraola intentó recomponer al equipo dando entrada a Pathé Ciss y retirando a Óscar Valentín (con amarilla). Funcionó, porque murió el correcalles, que no el ritmo alto. Los equipos siguieron abonados al espectáculo de la ida y vuelta, a revoluciones de Fórmula 1, pero tras haber ajustado varias tuercas en boxes. Hubo ocasiones, pero no rotos. Y Camello pareció hacer soñar con su primer gol en Primera: desmarque a la espalda y zurriagazo seco al primer palo. Una dosis de dulzor que el VAR, de manera milimétrica, se encargó de convertir en amargura. No valió, fuera de juego. Fue la introducción a dos ovaciones: la primera, para Ander Herrera y su regreso a casa; la segunda, para Unai López, ex de los Leones y muy querido en Bilbao.

Muniain y Williams perdonaron el cuarto de los locales, algo más desfondados en el tramo final. Ante esas, la decisión fue asegurar la línea defensiva y evitar sustos. El all in de los franjirrojos fue escenificado con la entrada de Falcao, héroe la temporada pasada con un cabezazo épico a misil de Bebé. Esta vez, también rugió. Entró en el 77′ y marcó en el 79′: centro de Fran García y remate de primeras, en escorzo, a la escuadra. Algo inexplicable. Qué tendrá Bilbao que saca lo mejor del colombiano. Metió miedo a los locales, pero no hubo muerte. Tercera derrota de la temporada para los de Iraola, que se marchan al parón con 7 puntos. Y la sensación de que son un equipazo valiente. El problema, es que los valientes también mueren.

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