Por Marcos Maggi
DE OTRO PARTIDO
Señores colegiados, ¿estaban pensando en qué película ver esta noche?
En un partido en el que el Rayo mostró su lado desastroso, Muñiz Ruiz y sus secuaces fueron muy poco árbitros y, sobre todo, lentos e inseguros no árbitros. Parecían tres tíos sacados de la Guía Telefónica minutos antes de las 16:00. Ese temprano penalti fue riguroso, un roce con careta de penalti que engañó al colegiado. El línea de la banda izquierda nunca estaba a la altura -geográfica y moral- de la jugada; caminaba (y despacio), se equivocó en muchas faltas evidentes a favor del Rayo, levantó tarde el banderín en fueras de juego del equipo visitante… ¿Méritos de este joven inexperto? Pocos: algunos saques de banda y el aviso en los cambios. Tales errores crisparon el ambiente, y si a eso le sumamos lo permisivo que fueron con los chapuzones de la Ponferradina, la indiferencia al VAR en jugadas polémicas y algunas tarjetas dejadas en el bolsillo, os aconsejo, terna arbitral, no ver el resumen para evitar sentir vergüenza propia. La ajena ya la sentimos muchos hoy en el campo con vuestras decisiones.
P.D. La expulsión de Ulloa es tan discutible como el penalti. Quizá el árbitro ignora que la aplicación de roja directa por pisotón en el tendón de Aquiles ya no sigue los mismos criterios. Ahora eso es amarilla, no roja.
EL REMAKE
Cuando los buenos juegan bien y juegan mal.
Pero claro, no se puede decir que el Rayo perdió por los árbitros. De ninguna manera. El juego fantasmal del equipo ayudó a los árbitros a lograr que ganara la Ponferradina de manera plácida. Aparecieron jugadores que están dejando una sensación contradictoria repetida: Advíncula jugó un buen primer tiempo y después bajó a modo Tito. Trejo, discreto y con ráfagas notables, fue cómplice en el penalti y regaló un pase en el segundo gol de ellos. Embarba estuvo fallón bajo los palos y muchos centros los dejó cortos. Comesaña fue visible hasta que renunció al medio y entonces el balón salía directamente de la defensa a los delanteros o, a veces, allende Vallecas. La ecuación jugar bien más jugar mal a la vez, da un resultado nulo; o en contra, como el de hoy.
VENTANILLA DE RECLAMACIONES
Que aparezcan los que llevan camisetas con sus nombres.
¿Están Ulloa, Álvaro, Piovaccari, Milic dentro de las camisetas franjirrojas que ponen “Ulloa”, “Álvaro”, “Piovaccari”, “Milic”? Los delanteros no es que perdonen: ya piden que los perdonemos. Álvaro tiene velocidad pero no encara, tira el pase atrás o el centro a la cabeza del primer defensor que lo cubre o, con suerte, al segundo que no cubre a nadie. Ulloa la baja y busca a Ulloa, que no existe porque es él. Piovaccari está pesado (lo notó hasta el juez de línea con su pésima visión), pero sus compañeros le tiran balones largos como si fuera Advíncula. Milic se desenvolvió entre el error y lo correcto. Por momentos era para envolverlo y enviarlo de vuelta al Anderlecht. En resumen: un equipo acostumbrado a tratar bien el balón, a veces lo maltrata de manera orquestada. Las camisetas con nombres se parecen cada vez más a las muchas camisetas sin nombre que lleva la afición.
EL DIVÁN
Jémez pagó un bono de cinco sesiones.
Al desacierto arbitral y de los jugadores sin duda hay que sumarle los fallos de la dirección técnica. ¿Cómo puede ser que no haya entrado Andrés Martín y sí Piovaccari? Además de que el chaval es mejor, es joven. Y ya casi por eso es mejor. ¿Cómo puede ser que el reemplazado haya sido Luna y no alguien del centro del campo para que Martín juegue un poco más atrás de Ulloa? Jémez empezó bien dejando a Tito fuera, pero siguió mal, muy mal, equivocándose en esa decisión que era obvia y clave (si me apuran, yo hubiera quitado a Ulloa al final del primer tiempo y metido a Martín). Piovaccari perdió en todas. Si entraba una tortuga con la camiseta de la Ponferradina, también hubiera llegado antes que él al balón. En fin, Jémez está viniendo mucho a la consulta y por eso eligió el bono descuento. Ahí sí tomó una buena decisión.
ENVUELTO PARA REGALO
Reyes de la posesión, lacayos del gol.
El primero lo regala el árbitro; el segundo lo regala Trejo y el tercero, Advíncula. El Rayo ofreció la promoción menos conveniente, con marcas en defensa que fueron marcas a nadie, solo marcas de los tacos en el terreno de juego.
En el segundo gol, un pase abierto que siguió a un error de Trejo dejó a Isi Palazón solo frente a Dimitrievski. Chute a placer y a la red. El tercero lo metió Advíncula en propia puerta. Se quedó con ganas después del gol que falló en ese mismo arco durante el primer tiempo.
EL NÚMERO 12
Cambios de ambiente: del antártico al tropical.
Parecía que los gélidos maniquíes del fondo no iban a cobrar vida. Primero, exhibieron unas banderolas con gafas 3D y cubos de palomitas, acompañados de una leyenda: “Ambiente de cine” (tal vez esto llevó a los colegiados a pensar en películas, como se dice en el inicio). Silencio absoluto hasta que la leyenda cambió por “Ambiente de fútbol” y volvió la eterna fiesta con banderas franjirrojas y las habituales gargantas humanas. Subidón de temperatura que llegó tarde: la película estaba terminando, con un buen final para la Ponferradina.
EN DEFENSA DE…
Catena, el Llanero Solitario.
Con la baja por lesión de Saveljic, Luna sustituido y, agreguemos, la inclusión inquietante de Milic, Advíncula dejó de atacar y Catena se quedó solo en su doble función de atacante defensivo, tarea que debió cumplir todavía con más entrega si pensamos en una delantera que, entre la mala suerte de algunos palos, la lesión de Bebé y tantos centros a las cabezas contrarias, no se sabía qué era, se confundía con los mediocampistas y perdía profundidad y orden. Catena fue el goleador, el hombre coherente en una tarde en que el equipo reclamó, necesitó, por lo menos otros 7 como él.