Felines siempre recuerda que en toda su carrera deportiva marcó dos goles de cabeza (“aunque uno de ellos fue en plancha contra el Elche”). El otro culminó la extraordinaria temporada 1976/1977 del Rayo Vallecano en la que por primera vez en sus 55 años de historia lograba el ascenso a primera división.
Félix Bardera Sierra, abulense nacido en Pedro Bernardo (una villa que en 1943 cuando nació uno de sus vecinos más ilustres tenía más de 3000 habitantes y ahora a duras penas roza los 900), es lo más parecido a una leyenda y a un ‘one club man’, todo en uno, que podemos encontrar en el Rayo junto a compañeros y amigos como Potele (y varios más de aquella generación) cuyo destino deportivo iba a terminar de manera similar.
Felines llegó al Rayo con ficha de aficionado procedente del mítico Carabanchel que nunca se olvida de homenajearle cuando visita La Mina como presidente de honor del Rayo B. En su primer año como rayista logra el ascenso a segunda, categoría en la que desempeñó casi toda su carrera.
Quienes le vieron jugar durante 14 temporadas con la franja roja en alguno de sus 397 partidos (3º jugador histórico) y marcar alguno de los 42 goles que pusieron en pie a Vallecas (8º goleador histórico) dicen que su estilo de juego era muy similar al de Andrés Iniesta. Salvando las distancias de lo que en aquel tiempo era la categoría de plata del futbol español, su espacio natural eran más bien las bandas, al comienzo, o de interior, al final. Regate, desborde, visión de juego, movilidad…
Calidad y físico, en resumen, compactados en apenas 1,64 metros de altura que pronto se convertiría en titular indiscutible del once franjirrojo. Los férreos marcajes y las duras defensas de la época fueron las únicas razones de peso por las que el mítico jugador de la franja se perdió algún partido con un Rayo que frustró su fichaje por el Atlético de Madrid en el verano de 1966. Un dolor equiparable al que sufrió tras un partido contra el Pontevedra en el que el dorsal número 6, Juan Carlos, le fracturó la tibia y el peroné.
Su destino iba a estar ligado al Rayo lo quisiera o no. Cuando pudo fichar por el Málaga (“aquel Málaga tenía un equipazo con Iglesias, Viberti, Migueli, Pons…”) y el club vallecano accedió a su traspaso recibió la noticia de la paralización de la firma tras el asesinato del presidente Antonio Rodríguez un 31 de julio de 1971.
La gloria que no consiguió a orillas del Manzanares la alcanzaría entre la Albufera (donde una derrota en la última jornada contra el Deportivo de la Coruña evitó el primer ascenso a primera en la temporada 1970/1971) y Vallehermoso (donde contribuyó a evitar el descenso a Segunda B). Hubo que esperar a que el Rayo regresara a Vallecas, para que Felines lograra sellar con ese cabezazo el primer ascenso del club a la élite del fútbol español. El equipo no cayó derrotado ni un solo partido en su nuevo estadio y tras 13 años en el club, el mejor jugador del Rayo de todos los tiempos según los lectores de Unión Rayo, podría jugar por fin en primera.
El capitán del Rayo Vallecano que jugó con el 6, el 7, el 8, el 10 y el 11 a su espalda (“nunca me dieron el 9”) apenas pudo disfrutar de la categoría y no debutó hasta la décima jornada disputando apenas 2 minutos. Una pubalgia, sus maltrechas piernas tras dos fracturas de tibia en su carrera y la competencia de los más jóvenes (era el más veterano de la plantilla con 34 años) provocaron que apenas pudiera disputar 10 partidos sobre el césped con aquel Rayo Matagigantes que ganó en Vallecas al Real Madrid, al Barcelona, al Atlético de Madrid, al Sevilla, al Athletic Club, al Valencia y al Sporting de Gijón (Felines disputó minutos en estos tres últimos).
Fue la última temporada como futbolista de uno de los primeros jugadores que el Rayo Vallecano aportó a la selección olímpica española de fútbol en México 1968 (a nivel amateur) antes que Antonio Guzmán, Luis Cembranos o Diego Llorente se enfundaran la ‘roja’.