“Tres puntos, colega” (Chicho Terremoto. Hoy sería influencer)
A los lunes les suelo pedir un café cargado, algún premio en los boletos que juego y por supuesto, que mi equipo gane.
Los del “running” hablan de “medal monday”, el día en que en lugar de chulear con los amigotes de las conquistas alcohólicas del finde en el bar se luce la medalla del triunfo sobre el asfalto o la montaña tras esfuerzos mas o menos titánicos. Tanto entrenamiento y quitarte el croissant, la ración de bravas o el cubata sirvió para algo.
Dicen (dijimos y/o a veces decimos) que el Rayo Vallecano no enamora, que juega tan feo que llega a Gran Canaria y llueve. Podría ser, pero hasta el domingo 22 de octubre, el día en que el plumilla cumplió 48 años y un día nadie había vencido allí salvo los de amarillo. Alerta spoiler. El Rayo lo hizo.
A mi vista cansada le duele ver la pantalla y llenarse de amarillo. Me distrae tanto que casi me pierdo la pisada más zambombazo de Pathe Ciss. Su disparo se estrelló con tal fuerza es el poste que se oyó hasta en la costa de Senegal.
Iglesias Villanueva sí se distrajo, aunque no sé si por los colorines o por la deriva de su tarea. Circula por las redes un video en el que un argentino enumera y describe las ventajas y privilegios que disfrutan los futbolistas de élite para luego narran como un goleador falla a puerta vacía. Con los colegiados pasa igual. Ahora sus condiciones laborales son más que buenas, la tecnología les ayuda vía VAR o pinganillo con varios ojos y oídos que les chivan las cosas de tal modo que empiezan a ser individuos con silbato a la espera de que alguien les diga qué hacer.
El caso es que en área vallecana Oscar Valentín metió la cabeza para alejar un balón y un canarión levantó el pie en exceso. Juego peligroso y libre indirecto para todo ser con dos ojos en la cara menos para el árbitro que dejó seguir. El disparo posterior fue a las manos de Aridane. Penalti señalado, reclamación general y como con los ojos, ciegos, los oídos sordos.
Munir estaba haciendo una buena primera parte, pero se sentía atenazado ante el gol. Cuando le llegó la ocasión mostró ante el balón una expresión entre de angustia y de melancolía por no alcanzar el objetivo. Lanzó el penal intentando ajustar al palo pero Dimi,atento, le comió la tostada y sacó el balón con ayuda del palo.
Arreció la lluvia y asomó el Rayo que siguió compitiendo, sin brillar pero sin errar.
Cambiaron las piezas pero todo siguió igual. Si pasan cosas,que sean lejos de la portería. De Frutos dándole campo a Isi, Unai dando descanso a Pathé, Camello dando relevo a un RDT que sigue por su parsimoniosa mejoría. Pasaban los minutos y con idas y venidas seguía en el marcador un 0-0 corto pero justo.
Francisco se ha revelado como un gestor atinado en los cambios. Con mejor fondo de armario que su predecesor sus movimientos dan sentido a sus deseos. Buscó empaque, experiencia y picardía con la entrada de Trejo y gol con la de Bebé. Acertó por la vía más inesperada.
Que gane mi equipo aunque sea de penalti en el último minuto.
Valles intenta sacar rápido, Unai roba la pelota de punterita, Sergio caracolea y la pone en profundidad para Thiago, Araujo despeja mal y el eterno capitán se frota las manos, se relame ante lo que lo ve delante de sus ojos, balón jugable pero dividido en el borde del área, un zaguero que no mide y juega a la ruleta rusa. El Chocota se lanza con todo, si llega antes será penalti y gol. Como marinero de primera sabe que el éxito la travesía del Santa Inés hasta las Islas afortunadas depende de su arrojo. Por el no queda,gana el balón y medio partido. Bebé cumple la tarea que el timonel le dió y anota el gol.
El vigía y capitán Valentín frena la reacción del grumete Moleiro dando la roja por buena, Trejo le da el relevo ganando segundos y el equipo canario, apresurado y golpeado, no sale del shock.
A los de Xavi García les faltó Pimienta y el Rayo culminó la borrasca llevándose los 3 puntos. Es lunes de medalla. A falta de bar donde chulear haremos unos kilómetros con la franjirroja. Se dice, se comenta, se rumorea que al salir de la isla los marineros cantaron que la vida pirata es la vida mejor. Pues eso.