El Rayo Vallecano ha vuelto a latir. Queda un mundo, pero la noche del 3 de junio de 2021 pasará a la historia como una de ensueño. Primero, porque la Franja no encajó, y eso en el diccionario del fútbol, en sus apartados de eliminatorias a ida y vuelta, es clave. Y segundo, porque gracias a un arreón de pundonor, dibujó tres goles que encauzan el camino a la final por el ascenso. No existe un valiente en la faz de la tierra capaz de decirle a la gente de Vallecas que no se ilusione con su Rayo tras una noche así. Que no sueñe. El desenlace del thriller, cuyo órdago se vislumbra pero aún no rubrica, será el domingo (21:00 horas, Movistar LaLiga y #Vamos).
El mejunje mágico de Vallecas tuvo, de salida, una enorme proporción de respeto y prudencia. El caos de las gradas (tras un día convulso en la adquisición de entradas, el público no pudo entrar hasta 15 minutos antes del inicio), chocó directamente con la dictadura del orden sobre el campo. “Esto dura 180 minutos, no hay que volverse locos”, debieron pensar los dos entrenadores, los 22 jugadores y hasta limpiadores de los estadios. Nadie quería dar un paso en falso que condenase el trabajo de toda una temporada y eso condenaba al partido a un ritmo lento. La pelota, víctima del miedo, bailaba el ritmo de la seguridad y lo inequívoco.
Pese a todo, la primera parte tuvo un aviso de cada equipo y una píldora de polémica. Amenazó primero el Leganés: Sergio González remató de cabeza casi en el área pequeña y obligó a Luca a vestirse de santo. La del Rayo llegó rozando la media hora de juego, en una volea de Isi desde la frontal que atrapó Riesgo. Llevó guinda la tarta: en un ataque rayista se pidió penalti por derribo de Jonathan Silva sobre Isi. El empujón existió, pero ni para el árbitro -en directo- ni para el VAR fue digno de intervención. Acción interpretable, sigan.
No cambiaba la dinámica tras el paso por los vestuarios. Pero sí se repetía el guion. De nuevo era el Leganés quien avisaba en los primeros minutos y se encontraba con Luca Zidane; y el Rayo el que reaccionaba, esta vez por alto, con un cabezazo de Comesaña que no cogía portería. El partido estaba atascado e Iraola, ante esa tesitura, recordó a qué equipo estaba entrenando, tragó saliva y optó por ser valiente: metió a Bebé por Qasmi, pese a tener a Guerrero, Ulloa y Antoñín en el banquillo. El cañón de Agualva-Cacém, como solución a los problemas de gol. Y media hora después, ídolo de un barrio.
Lo revolucionó todo. La zaga pepinera se descompuso tras su entrada y puso tanto énfasis en él, que perdió de vista a Álvaro García. El gaditano, en su mejor temporada con la Franja, abrió una noche para la historia. Era el minuto 72, ambos equipos firmaban el empate… Pero Isi puso un centro desde la derecha y la bala utrerana, con la garra de un barrio por sus venas, se anticipó a toda la defensa y mandó el balón a la red con la zurda. Miraba al suelo Garitano, buscando explicaciones, negando con la cabeza. Todo, mientras el escuadrón de Iraola entraba en frenesí.
El técnico rayista zarandeaba el banquillo, abrazaba a su segundo y, tras soltar la rabia, pedía cabeza. Pero el Rayo ya estaba desatado. El segundo era inevitable. Bebé, tras tirar un caño en carrera y dejar por el suelo a un rival, soltó un zurdazo raso que se coló por debajo del cuerpo de Riesgo. Fue 50% mérito del portugués y 50% demérito del portero. Pero 100% delirio para las gradas. Nadie daba crédito. Ese gol brillaba como oro puro y dejaba al equipo a un pasito de la final por el ascenso a Primera.
Intentó estirarse el Leganés, pero la encrucijada de los pepineros era morrocotuda: un gol les metía de lleno en la pelea, pero echarse demasiado al ataque podía propiciar una contra del Rayo que les mandase, casi de manera oficial, a la cazuela. Y así fue. Porque el 3-0 de Bebé resultó -prácticamente- mortal. Era el minuto 92 cuando el extremo, yendo en carrera, forzó una falta a 25 metros. Se la pidió, metió los casquillos en su escopeta, levantó la mirada, apuntó y soltó un disparo marca de la casa por el palo del portero. La tocó Riesgo, pero volvió a estar desafortunado. Gol, 3-0 y dislate.
No hubo tiempo para más. Venció el Rayo, que visitará Butarque el próximo domingo con la ilusión desatada y una renta más que optimista. En el fútbol todo es posible, todo. Desde una remontada del Leganés, hasta un ascenso de la Franja. La final por volver a Primera, pese a todo y con todo, está a apenas 90 minutos. Esperarían Girona (que ganó 3-0 la ida por el otro lado del cuadro) o Almería. Vallecas se enciende; Vallecas cree; Vallecas renace. Soñar es obligatorio. Lo es por decreto.